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DESESTABILIZACIÓN ANTIDEMOCRÁTICA: “Si pasa, pasa…”

29/08/2020 20:41
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Mal le fue a Eduardo Duhalde. Cuando con una nada creíble “espontaneidad” dio como obvio que va a haber un golpe de Estado militar en Argentina (!!??), estaba haciendo una operación pensada y planificada: ningún político avezado como él va a improvisar tamaña declaración. Su insólito “¿y por qué va a haber elecciones en 2021?” fue airadamente respondido por periodistas que no están muy lejos de sus posiciones.

Es que había pasado un límite: de modo impetuoso y fuera de cualquier orden discursivo admitido, comprometía a las FF.AA. en acciones golpistas, y pretendía que estamos en un caos que sólo existe en su cabeza. Sorprendido por la mala repercusión de sus palabras, dobló la apuesta, y a la mañana siguiente hizo un raid por emisoras radiales alertando sobre una supuesta situación “preanárquica”, a la que con evidente intención agregó la palabra “sangre”. Nada menos.


El resultado fue catastrófico para su pretensión de escandalizar. Recibió rechazos desde todas partes: hasta Carlos Ruckauf reapareció desde algún intersticio del olvido para repudiar sus declaraciones. Hicieron cola para pegarle, como era obvio que iba a ocurrir excepto en la mentalidad de Duhalde y –claro- la de sus socios empresariales y políticos que se expresaron a su través. Fue un papelón.


Luego se encargó de oscurecer “aclarando”. Dijo que un militar en actividad le había pasado el supuesto dato, con lo cual resultó obvio que no estaba haciendo la obligada denuncia ante sede judicial. Terminó en una inverosímil justificación según la cual él habría sufrido por la pandemia un momento de “separación de la realidad”, una especie de psicosis momentánea. Vidrioso, no creíble, lamentable.


Todo es más simple: se tiró a la pileta, y luego supo que no hay agua. No hay ninguna situación de caos. La arenga de algunos políticos y algunos mediáticos, repetitiva y constante, les hace creer que la mayoría de la gente está en lo de ellos. Pero la población no está escandalizada porque se haya congelado las tarifas de las comunicaciones: lo aprueba y apoya, como han mostrado diversas encuestas.

La tontera de llamar “comunismo” a cualquier medida de intervención estatal para regular algún exceso del mercado, no le interesa a una población preocupada por la pandemia, que sufre día a día las consecuencias de la peste y que busca un poco de estabilidad y de paz, contra la beligerancia crispada aquellos minoritarios que gritan en el Obelisco. Esos que a esta fecha no pudieron siquiera dar el abrazo al Congreso, porque el número no les alcanzaba: a las 10 de la noche eran 30 personas.

La reforma judicial se discute en el parlamento como corresponde, por fuera de oposiciones fanatizadas de quienes exhiben sin pudor no tener la menor idea de qué es a lo que se oponen.

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Algunas voces de la actual oposición empiezan a asomar, llamando a la normalidad. A terminar con la artificiosa exaltación permanente, a interrumpir una belicosidad ajena al espíritu de debate democrático, que está aislando en la extrema derecha al grupo que la promueve. La población quiere paz y normalidad, estos sectores responden con declaraciones destempladas y desubicadas como las de Duhalde, por suerte ahora recuperado de su súbita ”desconexión del mundo” (ajena a cualquier cuadro psiquiátrico conocido).


El ex presidente logró que su peor curriculum fuera traído a cuento: el crimen de Cabezas, las muertes de Kostecki y Santillán, sus fotos de campaña con Vidal y Marcos Peña, la pesificación asimétrica, la desestabilización a Rodríguez Saá, entre otras situaciones. Igual, nada garantiza que no vaya a reincidir en rumbos letales para la democracia. Pero sí es claro que su credibilidad está hecha añicos, y sus servicios al país tras el 2001 han quedado en buena parte opacados y distantes.


Pero los socios de estas declaraciones lamentables, ni se inmutan ni se arredran. Tras el momentáneo y ruidoso fracaso, esperarán un nuevo turno. Ya lo hicieron en 2007, cuando los desórdenes entre sindicalistas en San Vicente: salieron a hacer y buscar escándalo, pero la sociedad no los respaldó. Entonces regresaron con la 125, un año después. También querrán ahora su futura revancha: nada asegura que les vaya a ir bien, pero tampoco está claro que vuelvan a fracasar.-

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