En el Partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, un hecho insólito sorprendió a los vecinos y a la policía local. Una panadería fue escenario de un robo poco común, donde el delincuente no solo se llevó el dinero de la caja, sino que también se involucró en la atención al público.
Todo ocurrió en pleno día, cuando la única empleada del establecimiento se encontraba atendiendo a los clientes habituales. De repente, un hombre ingresó al local y con gestos amenazantes exigió el dinero de la caja registradora.
Lo que sucedió a continuación dejó perplejos a todos los presentes cuando se enteraron del hecho. Mientras el ladrón sustraía el efectivo del negocio, comenzaron a entrar más clientes al lugar, ignorando por completo la situación de peligro que se estaba desarrollando. Lo que resultó aún más sorprendente es que el delincuente, lejos de intentar ocultarse, se mantuvo al lado de la empleada, interactuando con los recién llegados como si fuera parte del personal.
Mientras tanto, la empleada, visiblemente nerviosa, continuaba sirviendo a los clientes bajo la mirada vigilante del ladrón. Este, aparentemente confiado en pasar desapercibido entre la confusión, aprovechaba la distracción de los presentes para seguir buscando dinero en la caja registradora.
Finalmente, una vez que consideró que había obtenido lo suficiente, el ladrón abandonó el lugar sin levantar sospechas, dejando a todos atónitos ante lo que acababan de presenciar.
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