Desde la semana pasada avanza el juicio contra el israelí Nicolás Gil Pereg, acusado de matar a su madre y su tía en enero del 2019 en Guaymallén. En este contexto quien habló ahora fue Jimena Rivas, psicóloga del acusado en el Hospital El Sauce, que brindó algunos detalles de las sesiones que mantiene con él.
Fue durante la quinta jornada del juicio por jurados que se desarrolla en el nuevo Polo Judicial Penal donde la profesional expuso detalles de las charlas con el acusado, con quien mantiene sesiones cinco veces por semana.
“Tiene fallas estructurales que pueden alterar el juicio de la realidad. Decía que quería crear una especie superior. Me dijo que tuvo relaciones con su madre en 5 oportunidades, pero no quedaba embarazada y que también ha mantenido relaciones sexuales con algunos de los más de 100 gatos que supo tener”, señaló Rivas.
Luego agregó: “Desde los 8 años hasta ahora su desarrollo no fue normal, no jugaba, no compartía, estaba encerrado en su habitación donde estudiaba. En las únicas personas que confiaba era en su abuelo, su abuela y su madre. No registraba a sus otros hermanos. Dormía con su madre. A los 12 años ya tenía rasgos obsesivos”.
“En la primaria lo adelantaron un año, fue el mejor promedio. Después hizo la secundaria y cuando terminó fue a la universidad y dice que siempre se sentía raro. Veía que los demás podían vincularse, pero él no. Discutía con sus compañeros de habitación del campus de la universidad por la limpieza y el orden, porque él juntaba cosas. Después fue al Ejército y ahí sentía como una fisura en la cabeza y eso es lo que se siente en el delirio psicótico”, añadió.
Respecto al porqué se siente gato, Rivas lo relacionó con su paso por el Ejército de Israel, ya que según le contó, allí le “explotó la cabeza” por no poder tolerar la muerte: “Se encerró 8 meses en su habitación porque él no se sentía parte de la sociedad. Un día vio un gato en la ventana y entendió que podía vivir como gato, pero no como persona. Esto es una percepción delirante que él le da un significado irreal”.
“Un hecho que lo marcó fue el fallecimiento de su abuelo, quien era su protector, y por ese estrés que vivió ya no le importó más nada y salía a la calle desnudo a cazar ratones y fue denunciado por los vecinos”, agregó.
Respecto a su propio diagnóstico, Rivas explicó que el israelí padece un trastorno delirante crónica, que tiene la certeza de algo que para él es coherente, pero para el resto de la sociedad no.
También explicó que tiene dificultad de control de impulsos, y que puede actuar violentamente si le tocan los núcleos delirantes, siendo peligroso para sí y para los demás. “Lo importante es el tratamiento de por vida. Puede estar estable, pero su forma de ser no va a cambiar. Él siempre va a creer que es un gato”, cerró .