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El histórico paso de Walt Disney por Mendoza

26/07/2020 07:29
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En setiembre de 1941 la segunda guerra mundial estaba en pleno desarrollo. Los nazis habían concretado una “invasión silenciosa en toda la América del Sur”. La penetración de los ideales del nacismo era importante y su propaganda creciente.

Por Jorge Sosa, Mendoza Te Cuenta

El presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt inició una campaña de neutralización de la influencia alemana y dentro de ella resolvió enviar a los países del sur a destacados artistas norteamericanos. Uno de ellos fue Walt Disney. Walt Elías Disney ya era mundialmente conocido por sus dibujos animados. Hubo otros “emisarios culturales” que viajaron a Latinoamérica a pedido del gobierno estadounidense, como los actores Errol Flynn y Douglas Fairbanks Jr., la cantante de ópera Grace Moore, el director de orquesta Leopold Stokowski y el cineasta Orson Welles. Sin embargo, la presencia de Disney era excluyente.

Sus personajes atraían la simpatía de pobres y poderosos y películas como “Blancanieves”, “Pinocho” y “Fantasía” eran renombradas, revistas y reconocidas mundialmente. Era un buen embajador. Según The New York Times la intención del gobierno de los Estados Unidos era “persuadir a los latinoamericanos que los dibujos animados eran mucho más divertidos que los nazis”. Existen documentos que demuestran que Disney actuó secretamente como agente del FBI desde los primeros años de la década de 1940 y que en 1954 fue ascendido al rango de «contacto de agente especial». Estos documentos demuestran también que los guiones de algunas películas fueron modificados a instancias del FBI.

Con esta “misión secreta” Inicia entonces una gira por Sudamérica en septiembre de 1941, Estados Unidos aún permanecía neutral en el conflicto armado. Faltaban solo dos meses para el ataque a Pearl Harbor. En Brasil, Disney se reunió con Ary Barroso, el creador de “Aquarela do Brasil” y con el presidente brasileño Getulio Vargas. Llegó a nuestro país en septiembre de 1941. Uno de sus objetivos artísticos era reunirse con el gran dibujante argentino Florencio Molina Campos. Quería que lo asesorara para realizar unas películas que reflejaran las costumbres de nuestros gauchos. Pero Molina Campos estaba, precisamente, en los Estados Unidos cumpliendo con compromisos laborales. Sin embargo, Walt visitó el estudio de Molina Campos en Moreno, provincia de Buenos Aires. Allí se desarrolló una fiesta criolla inolvidable: asado, guitarreada, domas de potro, mateadas. Elvirita, la esposa de Molina Campos junto a nuestro Carlos Montbrun Ocampo le dedicaron una canción, cuya posterior grabación acompañó buenos descansos del gran artista. Estando en Buenos Aires realizó un viaje relámpago a Montevideo porque en la capital uruguaya se estrenaba su película “Fantasía” con enorme expectativa del público de la Banda Oriental.

Su visita al interior del país produjo algunas versiones alocadas, como aquella que aún hoy cuenta que, en Bariloche, visitando el Bosque de los Arrayanes, se le ocurrió la idea de hacer “Bambi”. Un verdadero disparate. Disney nunca estuvo en los lagos del sur y, además, cuando se produjo su visita, la película “Bambi” ya estaba prácticamente terminada.

A Mendoza llegó el 25 de septiembre. Se alojó en el Hotel Plaza y fue recibido por el gobernador de la Provincia Dr. Adolfo Vicchi. Estuvo en Chacras de Coria, en Luján y en la Bodega Giol, de Maipú; también en la Bodega Arizu y en la Universidad Nacional de Cuyo. Entrevistado por los periodistas del Diario Los Andes, Disney declaró: “Durante mi estadía en la metrópoli argentina he visitado algunos ranchos y he salido muy satisfecho. Puedo adelantar que algunos de mis próximos personajes aparecerán tirando boleadoras”.

El 28 de septiembre Disney y sus colaboradores se dirigieron al campo mendocino. Estuvieron con auténticos trabajadores rurales y asistieron a exhibiciones de domas de potro.

Al promediar el día llegó Disney a la Finca “Los Árboles”, en Tupungato. Una vez en ella el dibujante y sus colaboradores se dieron de inmediato a la tarea de captar fotográficamente los aspectos más característicos de la zona, no solamente de índole panorámica, sino también los pequeños detalles, los modos de vida, la gente.

Después del almuerzo “a la criolla” tuvo lugar la esperada doma de potros. Cuenta Los Andes que Walt había tomado indumentaria de gaucho, aunque un tanto sui generis y tuvo también su oportunidad de demostrar sus condiciones de jinete. Disney había sido jugador de Polo en su país, actividad a la que tuvo que renunciar para dedicarse a su vocación artística. Se lo vio tratando de familiarizarse con el lazo.

Al día siguiente tuvo un encuentro con cientos de alumnos de escuelas mendocinas en el Teatro Avenida. Para congraciarse y ante la sorpresa de los niños, entró al escenario haciendo la vertical, parado sobre sus manos. Después exclamó un nítido “Hola, pibes”, que fue lo único que dijo en castellano. Siguió hablando en inglés, ante el estupor de los niños que no entendían nada. De todos modos, al finalizar la charla, repartió dibujos de sus personajes entre ellos.

Disney cumplió con sus promesas. Ahí están, dando testimonio de lo visto y lo vivido sus dos películas: “Saludos amigos” y “Los tres caballeros”. Son dos películas constituidas por varios cortometrajes ambientados en distintos países o regiones de América latina. En la primera, el país está representado en “El gaucho Goofy”, en el que Goofy (o Tribilín) aprendía las artes de los “vaqueros” sudamericanos; y en “Pedro, el avioncito”, en el que un pequeño avión debe llevar correo de Mendoza a Chile, atravesando Los Andes. En la segunda película, “El gauchito volador” es la historia de un argentinito que tenía un burro volador.

Después de su visita a Mendoza partió hacia Chile y de ahí, en barco, de regreso a su país. Más allá de los motivos políticos de su periplo, que entonces no se supieron, Disney recibió una importante instrucción de los modos de Latinoamérica y pagó a su modo: con dibujos animados que nos hicieron trascendentes.

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