El crimen organizado puso en jaque al gobierno del presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Con apenas un mes y medio en el Palacio de Carondelet, el mandatario enfrenta su primera gran crisis con una ola de secuestros de policías, la fuga de dos poderosos jefes narcos de prisión, motines en varias cárceles, atentados con coches bomba y hasta la violenta toma de un canal de TV.
Noboa declaró conflicto armado interno a nivel nacional y ordenó a las fuerzas militares neutralizar a los grupos armados después que un comando asaltara el canal TC Televisión en Guayaquil.
“Habría que esperar cómo reacciona el narcoterrorismo frente a un Estado que ahora tiene la facultad de disparar y usar sus armas” de manera directa y no progresiva, como hasta ahora. “La gente está aterrorizada, en los barrios se escuchan sirenas de alarmas, helicópteros sobrevuelan, es decir, hay un estado de guerra patético”, declaró el exdirector de los diarios El Comercio y El Telégrafo, Fernando Larenas.
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“Cada episodio supera al anterior. Fue un día y una noche de locura. Sorprenden la fuerza, la virulencia y los métodos del narcotráfico. Las organizaciones criminales tienen un poder extraordinario y manejan el sistema carcelario. La inteligencia militar y policial no ha podido penetrar en las prisiones y los presos están más armados que los propios miembros de las fuerzas de seguridad”, afirmó Larenas.
La crisis tomó por sorpresa al gobierno nacional que asumió el 23 de noviembre para completar la gestión del renunciante Guillermo Lasso. En medio de una violencia creciente, Noboa declaró el lunes el estado de excepción por 60 días, que incluye un toque de queda entre las 23:00 y las 05:00 del día siguiente.
La sede presidencial y las estaciones del subte en Quito amanecieron militarizadas. Nadie olvida aún el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el 9 de agosto pasado, en plena campaña electoral. Las masacres se suceden en distintos puntos del país. El miedo se palpa en las calles.
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El país vive bajo amenaza narco. La fuga de una cárcel de la ciudad de Guayaquil del poderosísimo jefe de la facción criminal Los Choneros, Adolfo Macías, alias “Fito”, inició la crisis. La huida fue seguida por la de otro líder narco, Fabricio Colón Pico, uno de los capos de Los Lobos, detenido el viernes por su presunta responsabilidad en un plan para asesinar a la fiscal general, Diana Salazar.
Las fugas fueron acompañadas por una serie de motines en al menos seis prisiones del país. Este martes siete policías fueron secuestrados y estallaron varios explosivos en la zona costera de Esmeraldas, en la frontera con Colombia. En Quito explotó un coche bomba. Pero no fue el único atentado que sacudió la capital. El alcalde, Pabel Muñoz, pidió militarizar las instalaciones estratégicas para enfrentar una “crisis de seguridad sin precedentes”.
“El impacto de la crisis es sustancial. En las últimas semanas, se venían sucediendo críticas alrededor del llamado Plan Fénix, la política de seguridad del gobierno de Noboa que no tiene un horizonte claro y que se elabora en medio de un gran hermetismo. No solo la fuga de Fito y los coches bomba ponen en jaque al ejecutivo. La gente no confía en las instituciones”, resumió ell experto en seguridad y coordinador del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, Renato Rivera.
Noboa no tiene mucho tiempo para intentar revertir la crisis. Le quedan 16 meses de mandato, antes de las elecciones presidenciales de mayo de 2025, en las que buscará la reelección. Su plan incluye convocar a una consulta popular, que se llevaría a cabo en febrero y que se enfocará en especial en algunos temas de seguridad. Entre varios puntos, el gobierno buscará autorizar la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos y despojarlos de todos sus activos.
Las imágenes que se viralizan en las redes sociales asustan. En uno de los videos difundidos por grupos criminales, aparecen tres policías sentados en el piso. Uno de los agentes secuestrados lee un mensaje dirigido al presidente: “Declaraste la guerra y guerra vas a tener (...) Declaraste estado de excepción; nosotros declaramos botón de guerra a policías, civiles y militares. Cualquier persona que se encuentre en las calles a partir de las once de la noche será ejecutada”, afirmó el mensaje dirigido al presidente.
Mientras tanto, Noboa prepara la construcción de dos prisiones de máxima seguridad en las provincias de Pastaza (este) y Santa Elena (sudoeste), al mejor estilo de las construidas por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en su cuestionada guerra contra las pandillas que dominaron durante décadas su país.