El cambio climático no se detiene en Túnez, tras meses de sequía los recursos hídricos del país están prácticamente agotados. La magnitud de la crisis se aprecia, por ejemplo, en el consumo del vital elemento. Actualmente, los tunecinos consumen en promedio menos de 400 metros cúbicos al año, que es aproximadamente la mitad del promedio mundial, determinado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que se encuentra entre los 700 y 900 metros cúbicos al año.
Ante la emergencia, el gobierno tunecino decidió cortar el agua potable durante siete horas por la noche e introducir un sistema de cuotas para su distribución y uso.
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Burj al-Tawil es una región rural al norte de la capital, Túnez, y sufre especialmente la grave escasez de agua. Ahí los agricultores no pueden regar adecuadamente sus extensos campos. Las autoridades de la zona pusieron en marcha en los años ochenta un proyecto para filtrar aguas residuales, pero no duró mucho, la suciedad se fue acumulando en las tuberías de agua, provocando su obstrucción.
De esta manera, a los agricultores no les queda más remedio que esperar que llueva. De hecho, hubo algunas precipitaciones a principios de abril. Sin ellas, las espigas habrían muerto tras varias semanas de sequía; aun así, el agua no fue suficiente para una buena cosecha.
Cerca de medio millón de agricultores sufren la sequía, según la Unión de Agricultores Tunecinos. Las mayores dificultades se encuentran en el riego de campos de hortalizas y cereales. Los ganaderos también luchan contra la falta de agua, que provoca la disminución de la producción de carne y un aumento de los precios.
Meses atrás, la asociación de agricultores ya había advertido de un descenso masivo de la cosecha de cereales. De hecho, la producción tunecina se redujo en cerca de dos tercios. Eso genera enormes consecuencias porque Túnez ya cubre cerca del 70% de sus necesidades mediante importaciones y, considerando los aumentos en los precios, esto plantea retos enormes.
La escasez de agua pesa aún más: la sequía ha hecho que las reservas nacionales de agua se reduzcan a menos del 30% en marzo. El agua de la mayor presa del país, la de Sidi Salem, se ha reducido al 17% de su capacidad. Según los expertos, tendría que llover en Túnez sin interrupción durante mucho tiempo para volver a llenar los embalses.
Sin ayuda exterior, miles de agricultores, sobre todo en el sur del país, se han visto obligados a sacar agua de sus propios pozos.
Pero esto es peligroso, dice el experto en ingeniería hidráulica Hussein Rahili. Ya hay más de 21.000 pozos de este tipo, la mayoría construidos después de la revolución de 2011, cuando la autoridad se debilitó durante un tiempo. Ahora estos pozos están poniendo en peligro la capa freática, advierte Rahili. Cada año fluyen por ellos unos 580 millones de metros cúbicos. Eso corresponde a un buen 20% de los recursos hídricos subterráneos del país.
Los tunecinos de más edad saben qué otros efectos podría tener la actual crisis del agua. Recuerdan el año 1969, cuando Túnez también sufrió una grave sequía, seguida de fuertes inundaciones. Parte de la economía se hundió entonces, mucha gente se trasladó del campo a la ciudad.
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"Esto cambió la estructura demográfica del país", afirma el economista tunecino Al-Saghir al-Salihi. "Túnez se hizo cada vez más dependiente de la ayuda internacional. Al país le resultaba cada vez más difícil satisfacer las necesidades alimentarias de sus propios ciudadanos".
Por ahora, no está claro cómo el gobierno de Túnez enfrentará la escasez de agua. Así que, de momento, a los agricultores y los ciudadanos sólo les queda la esperanza.