El Comité de Bioética le negó el pedido a la mujer de Misiones y envió a su hijo a un hogar.
Adrián Martínez es un chico de 22 años que padece una discapacidad que llega al 100 por ciento, con parálisis cerebral y crisis convulsivas constantes, por lo que depende exclusivamente de otras personas en todos los ámbitos de su desarrollo diario. Su madre, Eva Briñocoli, solicitó la eutanasia al ver que no podía hacer más para que la calidad de vida de su hijo mejore.
Tras la petición denegada, el chico fue trasladado al Hogar Espíritu Santos de Oberá y se encuentra en etapa de “readaptación”. Llegó en una ambulancia de la red provincial de traslados acompañado de sus progenitores e inmediatamente tomó contacto con su nueva familia, que serán los otros chicos y adultos con capacidades diferentes que están alojados desde hace varios años.
En este lugar consiguió a una mejor amiga. Se trata de Sol, una perra a la que se aferró desde el primer momento y se convirtió en su fiel compañera.
Dentro de los trabajos que realizan con Adrián el primordial es estimular sus sentidos para que gane fuerza y empiece a hacer cosas por sí mismo. “Él tenía una atención preferencial y no se le dio la oportunidad de ser independiente en algunas cosas que podría hacerlo”, expresó José Jakubow, coordinador del lugar.
En el hogar trabajan psicólogos, profesores de educación física especializados, fisioterapeutas, psiquiatras, kinesiólogos y profesoras de tecnología. Respectivamente, Jakubow manifestó: “Ellos le ayudarán a descubrir algunas cuestiones. Además, el “mundo” de estar insertado en un lugar y de compartir el hogar con otros 16 compañeros, algo que en su casa no tenía. Él es uno más acá, no hay diferencia, y entonces para Adrián esto será una adaptación de algo que nunca experimentó en su vida”.