Mavys Álvarez dio una entrevista para América TeVé, el canal 41 de Miami
El primer viernes de septiembre del año 2000, la joven Mavys Álvarez de a penas 16 años, se escapó de su madre para pasear en Matanzas, una ciudad al este de La Habana y terminó conociendo a Diego Armando Maradona. Sin dudas es una fecha que tendrá presenta toda su vida ya que indicó el inicio de una corta pero fugaz relación.
Por primera vez, la mujer habló en exclusiva con el canal 41 América TV, de Miami, y relató como fueron esos días en los que estuvo con el mejor jugador del mundo. Según contó, mientras estaba deambulando, un hombre la interceptó para proponerle acompañar a Diego Maradona, quien, según él, se encontraba en una profunda depresión y necesitaba a alguien para conversar. “Al principio pensé que quien me proponía eso estaba loco. Era un cubano. Después supe que era el salvavidas del hotel. En el carro (automóvil), a unos pasos, nos miraba Carlos Ferro Viera, amigo de Maradona. Estuvieron más de una hora convenciéndome de que era importante ayudar a Diego, que era una figura mundial, amigo de Cuba y que estaba deprimido. Y finalmente acepté”, contó Álvarez.
A partir de entonces comenzó una espiral que la llevó a conocer los lujos prohibidos en la Cuba castrista. La llevaron hasta Varadero, a un hotel. Era la primera vez que Álvarez pisaba un hotel. Los cubanos tenían prohibido terminantemente entrar a esas áreas, destinadas por el régimen para los turistas. Allí recordó que a la recepcionista le dijeron que “era italiana”. “Me entraron, estuve como veinte minutos esperándolo. Supuestamente, íbamos a ir a comer. Cuando Diego entró, empezamos a hablar, a conocernos…”, relató Álvarez.
Maradona estaba en Cuba desde enero, cuando llegó a la isla para rehabilitarse de su adicción a las drogas. Lo acompañaron en ese viaje sus padres, Claudia Villafañe, Guillermo Coppola, y su médico Alfredo Cahe. Su estadía se prolongó durante cinco años, en los cuales profundizó su relación con Álvarez, a quien intentó conquistar con lujos prohibidos en ese entonces para los cubanos, como cenar en restaurantes en dólares, visitar discotecas y pasear. Esta relación duró varios años, y Álvarez contó que sus padres se oponían, pero la rebeldía de la adolescencia hizo que continuara por un cierto tiempo.