La situación económica que marca la crisis que vienen padeciendo los argentinos fue analizada desde el sector empresario mendocino evaluando las condiciones que advierten para el corto plazo como adversas, considerando los recientes indicadores de la inflación: "Y septiembre finalizó con más de 6% de inflación, la que nos azota mes a mes".
"Ya ni siquiera provoca sorpresa, dado que lo sentimos en cada paso que damos en nuestra vida cotidiana, alimentos, indumentaria, remedios, tarifas, insumos van aumentando en una carrera sin fin", evaluó con cierto djo de resignación Daniel Ariosto, presidente de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza, UCIM.
Lo hizo considerando a la situación como "un mal estructural, nunca abordado con la suficiente seriedad y para conveniencia de algunos, sin solución. Ello implicaría un acuerdo social al que parecemos no poder llegar por mezquindad o indecencia, lo que condena a la ciudadanía a sufrir".
"Hay conocimiento o de capacidad humana, pero dependemos de voluntad política y valentía para sostener medidas. Ningún argentino común, se negaría a contribuir dado que somos los principales afectados", manifestó.
Ariosto reconoció que "sin poder hacer nada, vamos perdiendo poder adquisitivo y con él, la posibilidad de consumir bienes imprescindibles, necesarios y de los otros. Perdemos calidad de vida y esperanza".
"Así es que, el otro problema estructural, la pobreza se va incrementando y cada vez son más las personas que caen debajo de la línea que separa a pobres, de empobrecidos y son cada vez más los niños y jóvenes que no se alimentan adecuadamente, no estudian y en el mejor de los casos dejan de concurrir a la escuela porque deben trabajar para aportar dinero a sus familias. Y así estamos, perdiendo futuro", estimó.
Según la experiencia del mendocino, "las empresas, en muchísimos casos, no encuentran los insumos básicos para funcionar, sea por el cepo a la importación o porque cada vez cuesta más reponer, no pueden alcanzar el stock habitual y por supuesto que, debido a la gran caída del poder adquisitivo, pierden ventas, clientes y la básica posibilidad de ganar lo necesario para poder sostenerse. Por consiguiente, el empleo, continúa escaseando y cada vez son menos las personas que pueden contar con trabajo en blanco con todos los beneficios que esto trae. Perdemos la posibilidad de crear riqueza y generar trabajo".
"Los cepos de toda clase y colores impiden desarrollar libremente cualquier tipo de negocios: no se puede importar para fabricar, ni para completar procesos productivos, no se puede exportar porque no somos competitivos y porque no podemos recibir ingresos de acuerdo a lo invertido y trabajado", dijo.
Y destacó: "Vivimos en una economía ficticia. Toda una estructura sostenida con alambres que, ante el más mínimo movimiento o variación, nos sumerge en un nuevo problema, aún más grande que el anterior".
"Parches sobre parches sobre parches que no logran detener el deterioro de la balanza comercial que solo es sostenida por valientes que, aun con medidas jurídicas y económicas negativas, sostienen los mercados que tanto les costó conseguir y solo por prepotencia, continúan exportando. Y entonces, también los exportadores e industriales (que dependen de materias primas foráneas) sostienen, como pueden, un comercio exterior que es claramente una oportunidad de crecimiento para cualquier economía. Es así que perdemos mercados y claras posibilidades de negocios", explicó.
Haciendo foco en el turismo, "otra clara fuente de ingresos, que se estaba desarrollando de manera creciente y en la que Mendoza tenía condiciones de destacarse, de hecho lo hace, aún con las limitaciones impuestas. Trabas a la hora de fijar tarifas y de manejar tipos de cambio en el caso del receptivo. El emisivo ha sufrido recientemente un duro golpe con más impuestos para quienes desean salir del país pagando con tarjeta, al contado o como fuere. Para todo hay un impuesto nuevo. Estamos perdiendo la posibilidad de disfrutar de viajes y también compras en el exterior que están cada vez más limitadas".
"Pero lamentablemente, todo esto no impide que decenas de miles de argentinos sean expulsados de nuestro país por la falta de trabajo y condiciones de vida decentes. El año pasado casi 40.000 compatriotas se radicaron en España en busca de un futuro mejor dejando a familias desarmadas, a padres y abuelos sin poder ver a sus hijos y nietos, con el consiguiente sentimiento de impotencia e infelicidad que esto provoca", ejemplificó.
Para el referente empresario, "es claro que excelentes profesionales formados en nuestras universidades buscan caminos mejores en otros lugares porque en su país, no encuentran el sustento acorde a su preparación. En un país vaciado y desbastado, también perdemos a nuestros afectos".
"La falta de fomento a la cultura del trabajo y a la idea de movilidad social, también contaminan nuestra vida cotidiana, Los planes sociales significan un costo altísimo para un estado incapaz de generar condiciones para que la idea del trabajo y el crecimiento sean una clara salida. Las personas que no lo tienen y solo cuentan con dádivas del estado, al ver que no les alcanzan, salen a las calles a reclamar más limosna de un Estado que ya no puede dar más, violentando los derechos de quienes transitan las calles para poder ganar su sustento. Perdimos la dignidad", apuntó.
También admitió que "podríamos seguir detallando una infinidad de males que conforman una postal de nuestro país destruido, intencionalmente destruido, porque ni siquiera el descuido o la inoperancia más grave, podrían habernos llevado tan lejos. Estamos sufriendo la pérdida de los valores más básicos, más fundamentales que llevaron a nuestro país a ser un vergel, una tierra prometida para millones que vinieron en busca de trabajo y progreso. Con todos los climas, posibilidades y recursos para ser próspero y brindar cobijo a todos".
Con desesperanza explicó: "Debido a la inoperancia, a la falta de capacidad de diseñar proyectos a largo plazo, a la falta de visión y de patriotismo de quienes hace décadas nos gobiernan, hoy solo somos un despojo. No podemos irnos todos. Muchos no queremos. Queremos construir un país vivible, con reglas de juego claras, en donde los que trabajamos (y ahí deberíamos estar incluidos todos los ciudadanos mayores) podamos cumplir con nuestras obligaciones y disfrutar de nuestros derechos, crecer, ver a nuestros hijos estudiar y desarrollarse con orgullo de pisar este suelo y de compartirlo con sus pares".
Con la mira puesta en las responsabilidades que le tocan a los integrantes del Estado criticó la "falta generosidad en nuestra clase política y visión para entender que, si no nos salvamos todos, no se salva ninguno".
"¿Podremos dar ese gran paso? ¿Podremos generar un plan en el que todos pongamos el hombro y tirar hacia el mismo lado? ¿Podremos recuperar el espíritu de nuestros próceres que soñaron con una Argentina libre, digna y próspera? Tenemos las posibilidades. No todo está perdido", cerró.