El director de Cultura y Patrimonio de la Fundación Bunge & Born, Iván Petrella, reflejó sus vivencias respecto del desarrollo de las jornadas realizadas a principios de julio en el Museo Provincial de Bellas Artes “Emiliano Guiñazú” – Casa Fader.
El experto en esta temática nos dejó su mirada en relación a cómo, después de un mes de trabajo colaborativo, se buscó fortalecer y visibilizar las acciones de preservación y difusión del patrimonio del Museo.
- ¿Cuál ha sido esta actividad específica que llevaste a cabo y por qué motivo?
- Llegué a Mendoza por una actividad que la Fundación tiene en alianza con Amigos del Museo de Bellas Artes que es el programa "el día después". Se trata de un programa integral de formación y capacitación para el personal de la gestión de museos.
- ¿Cómo lo describirías?
Es un programa que a mí, en lo personal, me encanta. Por un lado, porque es una formación y capacitación que se hace con todo el equipo del museo, desde el director y la directora hasta el equipo se seguridad y el personal de limpieza; están todos incluidos.
- ¿De qué manera se fue desarrollando?
- Empieza con un proceso de entrevistas con las mismas preguntas para cada persona. No importa el rango ni el rol que tiene en el museo. Después de ese proceso, que dura un mes, más o menos, hay dos días de encuentro presencial donde se trabaja sobre lo aprendido para armar lo que sería el plan estratégico para los próximos años. Ese es una de las razones por las cuales me gusta porque incluye a todos. Es muy raro eso en programas de formación y capacitación, es muy original.
- ¿Qué te generó traerlo aquí?
- Me encantó porque conozco lugares como este, como la casa Fader, que es un lugar verdaderamente increíble. Me contaba Diego Gareca algo que me resulta inconcebible...que este museo o el edificio estuvo al borde del derrumbe. Estuvo cerrado siete años y hubo un proceso enorme de recuperarlo. Me resulta inconcebible por lo que implica no solo el patrimonio histórico, sino el patrimonio artístico.
- ¿Cómo lo describirías?
Los murales de Fader, acá, son una cosa absolutamente increíble. Es más, las obras de Fader, en remates internacionales, por ejemplo en Sothebys o en Christie, cotizan por muchísima plata. Vos tenés cuadros de Fader, que no son tan grandes, que se venden tranquilamente en 50 mil dólares. Entonces imaginate la pérdida que hubieran sido estos murales. Y esto más allá de la maravilla de lo que es este edificio de la familia Guiñazú, que claramente tenía un gusto totalmente de vanguardia en ese momento en la Argentina.
- ¿Y de qué manera encontrás un puente que lo una a este programa?
- En la combinación de capacitación y formación en gente, más el patrimonio artístico, cultural, arquitectónico fijado en lugares como este, y hay muchos otros en la Argentina, hace que este programa sea muy importante.
- ¿Qué te genera saber el vínculo que la comunidad mendocina tiene con este espacio?
- Este museo, para la comunidad mendocina, es absolutamente emblemático y esto se sostiene por generaciones. Y sí, tiene un vínculo muy cercano al día a día de cada mendocino.
- ¿Cómo proyectás tu idea en relación a lo que vendrá en el futuro?
- Surgió la discusión con todo el equipo, en un momento. Este museo hay que pensarlo estratégicamente en los próximos años, porque está por cumplir cien años. No recuerdo si el año que viene o en los próximos años. Es pensar no solamente hacia atrás, sino hacia delante porque queremos que la casa Fader sea, en los próximos veinte, treinta años. Un gran desafío, sin dudas.
- Y más en un contexto de evolución constante, entonces...
- Claramente el mundo ha cambiado un montón y la gente que viene al museo, digamos...los chicos que vienen al museo, han cambiado también por las herramientas y otras tecnologías a los cuales están acostumbrados. El desafío es repensar el Fader desde sus raíces, su arquitectura, su patrimonio, los murales, todo lo que implica este edificio y el legado de Fader Guiñazú para las próximas generaciones.
- ¿Qué mirada a largo alcance podría imaginarse?
- Y algo que se vio es que este museo podría ser tranquilamente un polo educativo. No solamente un guardián del pasado, sino para los colegios que vienen y la gente que viene. Es como instalar una semilla para el futuro porque el arte es eso...el arte siempre dialoga con el pasado, pero también te abre los horizontes hacia delante.
- ¿Puntos de contacto con lo que fue la experiencia del año pasado en el Le Parc? Por ejemplo el contacto con personas que se ponían a la par, que divulgaban y, de hecho, se sentían muy contenidas.
.- Bueno, eso me alegra porque refleja un poco el espíritu del programa, que está centrado en la gente. Y en el Le Parc, pero aquí también - lo vi claramente - este museo es una obra de amor. Todo lo que significó la recuperación de este museo, del edificio...es claramente una obra de amor.
- Toda una definición al respecto...
- Y, la verdad que trabajar en Cultura en la Argentina, hoy o siempre, y en particular en patrimonio histórico arquitectónico, implica mucho esfuerzo que requiere de mucho financiamiento y muchos fondos, que especialmente en Argentina no hay. Implica, claro, que si vos no lo encarás como una obra de amor, nunca se hace. Y se pierden cosas que son una pérdida enorme para nuestra memoria histórica, pero para vislumbrar un futuro distinto para Argentina.