A horas de que el escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles albergue la gala de la 94ta. edición de los premios Oscar de la Academia de Cine de Hollywood, la categoría principal de Mejor Película no parece tener todavía un dueño seguro y tanto las casas de apuestas como la crítica especializada lo ven como una carrera de dos entre "El poder del perro" o "CODA".
La primera, el western de Netflix dirigido por la neozelandesa Jane Campion, es la gran favorita de la temporada, la que más premios ganó en estos meses y la que llegó a la fiesta con más nominaciones (12); pero la segunda, una comedia dramática sobre una familia de sordos dirigida por Sian Heder, comenzó a pisarle los talones en las últimas semanas y muchos ya la dan como ganadora.
"El poder del perro" conquistó a la crítica desde que estrenó a comienzos de diciembre y pone a Netflix más cerca que nunca de la ansiada meta de tener su propio Oscar a Mejor Película, algo que parecía tener en el bolsillo con "Roma" de Alfonso Cuarón hace tres temporadas y que finalmente no pasó.
Protagonizada por un brillante Benedict Cumberbatch, secundado por muy buenas performances de Jesse Plemons, Kirsten Dunst y el joven Kodi Smit-McPhee, sigue la historia de dos hermanos dueños de un rancho de ganado en Montana, en 1925.
Cumberbatch es Phil Burbank, el despótico, despreciable pero magnético ranchero que administra con mano de hierro el negocio familiar. Plemons es su hermano George, la antítesis de Phil: es un hombre apocado, tímido y respetuoso.
El dúo se convierte en una tensa multitud cuando George se casa con una hostelera viuda que se muda a la propiedad junto con su hijo, un muchacho afeminado. Phil desprecia a los dos y hace lo posible por demostrarlo.
Campion administra con maestría el ritmo nervioso de esas relaciones, un grupo de atormentadas soledades rumbo a una inexorable colisión.
"El poder del perro" ganó en los BAFTA, los Critics' Choice y en los premios del Sindicato de Directores y lucía transitar en confortable camino triunfal hacia los Oscar, pero "CODA" luce ahora como seria contendiente.
Es que la cinta de Heder estrenada en Apple TV+ sobre una adolescente sin discapacidades que debe dividirse entre salir al mundo a entregarse a sus pasiones y asistir a su familia en el emprendimiento pesquero familiar, ya que es la única interlocutora del grupo para comunicarse con la comunidad, ganó el premio de mejor elenco del Sindicato de Actores (SAG) y el determinante galardón de Mejor Película del Sindicato de Productores (PGA). En 32 años de existencia de los premios del PGA, 22 veces se repitió el ganador en los Oscar. La estadística es contundente e invita a "CODA" a soñar.
La película, además, reúne condimentos que la acercan al público como la particularidad de tener en su elenco a tres actores sordos para los personajes secundarios: el nominado a Mejor Actor de Reparto Troy Kotsur, la experimentada Marlee Matlin, única ganadora del Oscar con esa discapacidad en 1987; y el joven Daniel Durant.
Con un tono cómico llevado por los carismáticos y hippies padres de la protagonista, la historia avanza en los avatares de una familia amorosa pero desordenada que precisa más que nunca del rol de su hija como intérprete de lenguaje de señas justo cuando esta busca emprender un camino distinto del que su entorno necesita.
La tercera en discordia es "Belfast", la película de Kenneth Branagh que relata su infancia en la convulsionada Irlanda del Norte de la década del sesenta, con guiños emotivos y cinéfilos que Hollywood ama premiar.
Sin embargo, y pese a que la cinta llega a la gala con siete nominaciones, incluidas Mejor Dirección y Mejor Guion Original, su candidatura se desinfló en las últimas semanas. Como ejemplo son suficientes los BAFTA, en los que solo ganó en el rubro reservado a las películas británicas.
Un escalón más abajo aparece "Drive My Car", la película del japonés Ryusuke Hamaguchi basada libremente en el relato homónimo de Haruki Murakami y que da cuenta de la predilección en los últimos años que la Academia siente por el séptimo arte del Lejano Oriente, más especialmente luego del resonante triunfo hace dos años de "Parásitos" del coreano Bong Joon-ho.
La historia se centra en los duelos y tragedias que comparten un dramaturgo y director teatral japonés, que lleva por nombre Kafuku (Hidetoskhi NIshijima) y Misaki (Toko Miura), la chofer que le asignan en Hiroshima, ciudad en la cual se instala para una residencia creativa y el montaje de "Tío Vania" de Chéjov.
Estos duelos y heridas que llevan consigo los dos personajes, y que cada uno permitirá al otro ir cerrando, adquieren también resonancias más amplias y podrían trasladarse a los propios duelos del Japón como experiencia histórica, desde los desastres naturales a las tragedias de Hiroshima y Nagasaki.
Otras seis cintas integran este año la categoría de Mejor Película, aunque su triunfo supondría una sorpresa:
- "No miren arriba", filme de humor negro dirigido por el cineasta estadounidense Adam McKay y con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence en los roles de dos astrónomos que descubren un asteroide que se dirige a la Tierra con consecuencias fatales para la humanidad, también estrenada en exclusiva por Netflix.
- "Duna", filme de ciencia ficción dirigido por el canadiense Denis Villeneuve en base a la reconocida y aclamada novela homónima de Frank Herbert, superproducción de Warner que tendrá continuidad en otra película. La trama sigue a Paul Atreides (Timothée Chalamet), hijo del duque Leto Atreides, quienes viajan al planeta Arrakis para administrar la producción de una valiosa droga conocida como la "especia", que extiende la vida humana y otorga poderes mentales sobrehumanos.
Sin embargo, la traición por parte de una casa enemiga obliga a Paul y a su madre a refugiarse con los fremen, una tribu que habita en el desierto profundo, y con quienes intentará vengar a su padre y devolverle a los nativos el control de la codiciada sustancia.
- "Rey Richard: Una familia ganadora", la biopic de Reinaldo Marcus Green que narra el ascenso deportivo de las tenistas Venus y Serena Williams visto a través de los ojos de su avasallante padre Richard (Will Smith), en un relato que pone foco en la desconfianza que el hombre tenía hacia los blancos y la responsabilidad histórica que percibe ante el presentimiento de que sus dos hijas serán simbólicamente representantes de la Estados Unidos negra.
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