La expresión en inglés “Bullshit” la hemos escuchado en series estadounidenses, y a menudo se ha traducido como “tonteras”. Un estudioso de aquel país, llamado Harry Frankfurt, ha usado la palabra para referir a “charlatanería”, y afirma que estamos en la época de predominio del “bullshit”.
Por Roberto Follari, Especial para Jornada.
Y sin dudas es así: las redes sociales lo han favorecido, los medios masivos se han encapsulado en hablar sólo para los que piensan igual que sus periodistas, de modo que ya no hay esfuerzos por parecer verídicos ni creíbles: se dice cualquier cosa, siempre que convenga a los propios intereses.
Bullshit no es simplemente mentira: es el canon para el cual ya no importa si algo es cierto o falso. No es esa la línea que diferencia lo que va a propalarse de lo que no saldrá. Vale que nos venga bien, o que no: que nos sirva, o que no. Y por ello, la verdad no importa nada, lo que importa es imponer el propio punto de vista a cualquier precio. La idea es no dejar que la verdad arruine nuestra forma de entender las cosas.
Es terrible que eso se imponga en medio del dolor de la pandemia, de la creciente falta de camas, del cansancio y entendible fastidio del personal hospitalario. Que haya actores mediáticos y políticos que han perdido la dimensión del drama de la muerte, y que se entretienen en usar la situación al servicio de intereses electorales, forma parte de una decadencia moral que no tiene antecedentes posteriores a la dictadura.
Bullrich llamaba a manifestaciones donde se negaba que hubiera pandemia, hasta se negaba que hubiera virus. Como eso fracasó, pasó a decir que la vacuna rusa era veneno. Como finalmente quedó claro que la vacuna Sputnik es muy buena, pasó a decir que hay pocas vacunas, que quiere “más veneno”. Pero a la vez dice que las vacunas no son buenas, porque ahora son chinas, lo cual hace absurdo pedir más. A la vez que es falso que las vacunas chinas de que habla no sean efectivas, porque ella confunde –quizá a propósito- la sinopharm con la sinovac. Un buen curso, a la vez, de Bullrich y de Bullshit.
La tv logró que algunas personas no se vacunaran a pesar de tener turno disponible, porque fueron asustadas: la “vacuna china” era peligrosa. Un Sr. que se presenta como que “no soy antivacunas” y es farmacéutico –amigo de Bullrich y de Bullshit- opina que “las vacunas matan”. Así de simple. Le aconsejó a Mauro Viale no vacunarse: si Viale pudiera haberse vacunado antes de contagiarse, quizá pudo tener otra suerte que su inesperado deceso.
Las vacunas no matan: impiden la muerte. Es así en un porcentaje que sólo podría fallar en un caso dentro de cinco millones. Vale la pena vacunarse, y es lo que dicen los que saben, los médicos mayoritarios, los infectólogos, los estudiosos de la Biología. Y lo que marcan claramente las estadísticas, a nivel local y a nivel mundial.
Pero el gobierno nacional debe hacerse cargo a la vez de tomar medidas, y de enfrentar la resistencia organizada contra cualquier restricción decidida por razones sanitarias. Hay que pelear todo el tiempo contra el Bullshit, en vez de concentrarse en lo decisivo. O concentrarse en lo decisivo, pero soportar protestas y cacerolazos claramente preparados.
Ahora tenemos la discusión sobre la presencialidad en las escuelas. El gobierno de Rodríguez Larreta, insistente a través de los años en disminuir el presupuesto educativo, finge ahora alto interés por la educación: su única finalidad es obstaculizar las medidas tomadas por el gobierno nacional. Los que quitaron las computadoras de las escuelas –otorgadas durante el gobierno de Cristina Fernández- son ahora los que están altamente preocupados porque hay niños que no tendrían computadora en sus hogares. Poco creíble, pero funciona para la televisión.
Y hasta hemos tenido que soportar lo típico: los que estuvieron de acuerdo con la dictadura, llamar a un gobierno democrático como “dictadura”. Sólo los que no sufrieron la persecución dictatorial pueden livianamente comparar la democracia con los crímenes sistemáticos y masivos. Hasta de “tanques en la calle”, hablaron con singular falta de pudor. Bullshit puro: las medidas tomadas son mucho menores que las que se tomó en la “segunda ola” de Inglaterra o de Alemania. Es absurdo hablar de la “libertad de tomarse una cerveza en el bar” como más importante que la defensa comunitaria de la vida.
Pero en esos tiempos estamos. En vez de hablar de concentrarnos en defender la vida, este escrito ha tenido que hablar sobre el Bullshit. Ojalá fuera la última vez: pero bien sabemos que no.-
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