Este lunes, la ciudad de Rosario amaneció en un estado de vacío desolador. Los servicios públicos estarán suspendidos, las escuelas cerradas, y los hospitales operarán con un personal mínimo. Mientras tanto, los comerciantes, en constante comunicación por WhatsApp, tratarán de encontrar la mejor manera de continuar después de los recientes ataques narcoterroristas que resultaron en el asesinato de dos taxistas, un conductor de colectivo y un joven empleado de una estación de servicios.
El último mensaje dejado por la mafia tras el crimen del empleado de la estación de servicios fue una clara declaración de guerra contra el Estado, anunciando la unificación de todos los clanes y advirtiendo sobre futuros atentados contra inocentes. Esto ha sumido a la población en un estado de angustia y temor.
Como resultado, varios sindicatos, incluidos la UTA, los docentes y los recolectores, han anunciado la suspensión de sus actividades por temor a nuevos ataques contra los trabajadores.
A las 21 horas del domingo, el sonido de las cacerolas rompió el silencio de la noche, en una manifestación espontánea de repudio a la violencia que ahora amenaza a toda la ciudadanía.
Incluso el famoso cura sanador, Padre Ignacio, quien atrae a miles de fieles durante la Semana Santa para el viacrucis en la zona norte de la ciudad, ha anunciado que el próximo evento se realizará de forma virtual por temor a que se convierta en un objetivo para la narcoinsurgencia.
En cuanto al joven asesinado a sangre fría mientras trabajaba en la estación de servicios, Bruno Bussanich, se ha revelado que era fiscalizador para La Libertad Avanza y había viajado a Buenos Aires para la asunción de Milei. Ante esta tragedia, los partidarios del gobierno organizaron una colecta para ayudar a su familia, y el presidente finalmente se pronunció sobre la delicada situación que enfrenta la ciudad de Rosario.
Cronología de una escalada de violencia narcoterrorista
La escalada de violencia narco que ha sacudido a Rosario en los últimos días ha dejado a la ciudad sumida en una profunda angustia y consternación. Todo comenzó el martes 5 de marzo, cerca de las 11 de la noche, con el asesinato a tiros del taxista Héctor Raúl Figueroa en Flammarion al 5100, en la zona sur. Este trágico suceso dejó a Rosario sin servicio de taxis durante la madrugada y parte de la mañana del día siguiente.
El miércoles 6 de marzo, alrededor de las once y media de la noche, otro taxista, Diego Alejandro Calentano, fue asesinado de la misma manera en Alvear y Garmendia, también en el sur de la ciudad. La comunidad de conductores de taxis, en estado de total consternación, decidió volver a parar sus actividades.
El jueves 7 de marzo, poco antes de las siete de la tarde, un joven fue atacado mientras conducía un colectivo de la línea K en Mendoza y Méjico, en la zona oeste. A pesar de ser trasladado al Heca en estado desesperante, lamentablemente perdió la vida. Este hecho llevó a la UTA a ordenar el resguardo de todos los coches y a decretar un paro del transporte urbano e interurbano, que aún continúa. Además, se registraron seis impactos de bala en las paredes de la comisaría 15, en Sarmiento y Ameghino, seguidos por el incendio de un taxi en Pasco y Liniers.
El viernes 8 de marzo, el temor reinante a nuevos ataques provocó la suspensión de diversas actividades, incluida la marcha por el 8M, que se preveía multitudinaria. Desde el gobierno provincial se anunció la detención de unas 20 personas presuntamente vinculadas con los asesinatos de los taxistas y el ataque al colectivero. Mientras tanto, la Justicia, cautelosa, continúa buscando pruebas y testigos para esclarecer los crímenes.
El sábado 9 de marzo, un nuevo acto de violencia sacudió a la ciudad cuando un sicario mató a sangre fría a un joven empleado de una estación de servicio en Mendoza al 7600. Ante este suceso, todas las estaciones de combustible dejaron de operar y colocaron conos frente a los surtidores, sumiendo a la ciudad en un estado de inmovilidad por el terror.
El domingo 10 de marzo, la angustia se intensificó con la confirmación del fallecimiento del colectivero Marcos Daloia, quien había sido atacado el jueves en zona oeste. Además, se registró un nuevo hecho de violencia con el tiroteo al Order, el
complejo penitenciario conocido, dejando una nota dirigida al gobernador y demandando mejores condiciones para los presos en las cárceles de Santa Fe.
Este clima de terror ha llevado a la ciudad a un estado de pausa, con un lunes sin clases, transporte público, servicios de taxis, recolección de residuos ni atención médica en los centros de salud provinciales. Sin embargo, el domingo por la noche, la ciudad rompió momentáneamente su silencio con cacerolazos, bocinazos y aplausos en una manifestación de repudio a la violencia.
Ante esta situación, se espera la llegada de la ministra de Seguridad de Nación, Patricia Bullrich, acompañada de Luis Petri, para brindar una conferencia junto al gobernador Pullaro y el intendente Pablo Javkin. Mientras tanto, la sensación de terror sigue ganando terreno, paralizando a la ciudad y generando una incertidumbre generalizada.