El presidente Javier Milei analiza en Israel pronunciar su discurso del primero de marzo, cuando por Constitución se reúne el Congreso de la Nación Argentina para iniciar el período de sesiones ordinarias, fuera del recinto legislativo. Es decir, nuevamente dándole la espalda al edificio del Parlamento, tal como lo hizo al asumir el 10 de diciembre pasado, por su “enojo” con un sector de los diputados que en su óptica no cumplieron con “acuerdos” para votar la ley ómnibus, o de Bases, puntal de su camino de desregulaciones de la vida nacional en Argentina, divulgó Parlamentario.
Así es, a apenas dos meses de su asunción, Milei, tras el traspié con la Ley de Bases en la Cámara de Diputados (que algunos consideran “autoinfligido”, pues fue a la sesión del martes sin tener los votos necesarios), cavila entre insistir desde el 1 de marzo -cuando deba dirigir su discurso ante la Asamblea Legislativa (diputados y senadores juntos)- en mandar nuevos proyectos de ley para debatir o empezar a gobernar por decretos de necesidad y urgencia (DNU).
Fuentes de la Casa Rosada, que dialogan habitualmente con el mandatario, cuentan que está “muy enojado” con el grupo de diputados que responden a gobernadores que “no cumplieron con los acuerdos” para votar la ley ómnibus.
Para el presidente Milei, son “traidores”. Uno de los apuntados es Miguel Ángel Pichetto, el titular del bloque Hacemos Coalición Federal (HCF), que según el Gobierno le “fue corriendo el arco” a medida que ingresó el megaproyecto de leyes (a fines de diciembre) y le fue quitando artículos clave, como los de temas fiscales y de privatizaciones. A su lista se suman especialmente los legisladores de Córdoba y Santa Fe.
“¿Cuál Pichetto? ¿El de Cristina o el de ahora”, espetan los libertarios en la Casa Rosada. Es tal el “enojo” que los dardos hacen blanco directo en los gobernadores Martín Llaryora (Córdoba) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe).
Por eso el jefe de Estado analiza por estas horas pedirle la renuncia al titular de la ANSeS, Osvaldo Giordano -proveniente de la cantera política de Córdoba (el exgobernador Juan Schiaretti dio un apoyo clave a Milei para el balotaje que lo ungió como el primer presidente libertario en el mundo). Giordano, cuya esposa, la diputada nacional Alejandra Torres votó en contra de la ley ómnibus, viene sufriendo en las últimas 24 horas un virtual linchamiento mediático por el cual fuentes de la Casa Rosada le dicen que “debería renunciar por dignidad”.
Lo curioso es que lo misma dijeron dos semanas atrás respecto del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, de quien dijeron que iba a renunciar por “razones personales” e, igualmente, del secretario de Comunicación y Prensa, Enrique Serenellini, que ni bien asumió hace un mes pergeñó un raid de reuniones con entidades periodísticas, industriales, del campo y del comercio y de otras áreas, para sumar voluntades y explicar las supuestas bondades de la ley de Bases y del DNU con otras desregulaciones, y que también sufrió algunos traspiés, particularmente en el área laboral.
De Ferraro señalaron las fuentes de la Casa Rosada que había filtrado conversaciones claves de las reuniones de Gabinete, algo raro porque en la Sala de Periodistas de la Casa de Gobierno se lo conoce como uno de los “ministros mudos”, junto al jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Respecto de Serenelli, dijo a la prensa acreditada que había recibido “autorización” del Gabinete nacional para encarar esas reuniones, que a los periodistas llamaron poderosamente la atención porque eran virtualmente de una agenda de un jefe de Gabinete o ministro de Economía.
En el caso de Ferraro, según se supo, le habrían bajado el pulgar porque intentó cambiar el plan “no hay plata” de Milei y propuso terminar algunas obras públicas iniciadas y que están con pronta finalización y, porque esa poderosa estructura de Transporte, Obras Públicas, Comunicaciones, Desarrollo Territorial, Viviendas y Concesiones era apetecible para el ministro de Economía, Luis Caputo.
De Serenelli no gustó en realidad que al asumir -en lugar de Belén Stettler, que respondía al asesor Santiago Caputo, alter ego de Milei- dejó de lado al vocero presidencial Manuel Adorni y al propio Santiago Caputo. Ahí se inició una guerra contra Serenelli en la que perdió porque el asesor Caputo consiguió la venia de Karina Milei, la dueña de la Casa Rosada, quien no tardó mucho en sacar un decreto y vaciarlo de funciones al exconductor de Canal 26 y La Nación+.