Con con marcadas difrencias entre los principales socios de la coalición de gobierno, el Frente de Todos mantuvo el primer encuentro de conducción política del año electoral. Treinta y tres funcionarios y dirigentes se dieron cita en la sede nacional del PJ. La intención de Alberto Fernández fue consensuar un puñado de acuerdos electorales en un documento conjunto y validar el mecanismo de las PASO para dirimir candidaturas. Pero el kirchnerismo irrumpió con fuerza en la reunión e impuso su agenda, con un fuerte pedido para que, antes de fijar cualquier estrategia, haya “un plan de acción que rompa la proscripción” de Cristina Kirchner.
La gran sorpresa fue la presencia del diputado Máximo Kirchner, cuya participación no estaba anunciada. Hacía casi un año (desde el acuerdo con el FMI) que el hijo de la vice y Alberto Fernández no se veían las caras. “Fue decisión de Máximo, es un gesto positivo”, dijo un encumbrado colaborador del kirchnerismo al inicio de la reunión. Pero cuando el encuentro llevaba dos horas, el clima se caldeó. Los K insistieron con priorizar la situación de Cristina, entre otros puntos que generaron rispidez.
Frente a la sede del partido, el kirchnersimo desplegó una pancarta que anticipó su objetivo en la reunión. “Si hay proscripción no hay estrategia electoral”, rezaba el cartel. La Cámpora, a último minuto, agregó dos sillas al lote del kirchnerismo: la de Máximo y la de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, que tampoco estaba en la lista inicial.
La vice envió como representantes, además, al ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro; al ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y armador territorial, Andrés “Cuervo” Larroque; a la senadora cercana a Cristina Kirchner y titular del PJ de Mendoza, Anabel Fernández Sagasti; al jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán; y al titular del gremio La Bancaria, Sergio Palazzo, que en las últimas horas anunció un paro. Algunos de ellos pidieron que la vice sea la candidata presidencial del espacio.
Con Fernández como anfitrión, la cúpula del Frente de Todos se completó con el ministro de Economía, Sergio Massa, cuya presencia no estuvo confirmada hasta último momento. Los dirigentes se congregaron durante más de cuatro horas en el primer piso de la sede partidaria, en una mesa en “U”. Primero hizo una presentación el Presidente y luego pasó la palabra a los asistentes que pidieron. “Hubo planeos agudos expresados amablemente”, describió a LA NACION uno de los presentes cuando promediaba el encuentro. Todo se puso más espeso con el correr de los minutos.
Un grupo reducido de funcionarios trabajó durante largas horas un documento conjunto que se pulió hasta avanzada la reunión. La Casa Rosada había aceptó incluir un pronunciamiento por la “proscripción” de Cristina Kirchner y lograba un aval a las PASO como mecanismo válido para dirimir candidaturas.
El primer punto, el de la proscripción, es el que más le interesaba al kirchnerismo, que advierte que el Gobierno “no puede hacer como si nada pasara” si a la líder de su espacio le impiden competir en las urnas, en sintonía con la narrativa que construyó la vicepresidenta tras la condena en la causa Vialidad, que la inhabilitó para ejercer cargos públicos. “Hablar de candidaturas es hablar de frivolidades si no entendemos la gravedad institucional que tiene esto”, advirtió un colaborador del kirchnerismo. El fallo, de primera instancia, no está firme.
El segundo punto, el de las PASO, obedecía a la obsesión de Alberto Fernández, que insiste con dirimir los liderazgos en una interna, de la que él podría participar, o no. “No más una lapicera que defina entre cuatro paredes”, comentó uno de los intendentes cercano al jefe de Estado.
Quedó en claro que hay otras cuestiones de fondo que hoy no permiten un entendimiento interno, principalmente entre Fernández y el kirchnerismo.
Los seguidores de Cristina Kirchner consideran errado el mensaje optimista que transmite continuamente la Casa Rosada. Sostienen que no reconoce las dificultades económicas que se palpan en la calle, ni los errores a corregir. Fernández no quiere que se habilite un debate en torno a las medidas de gestión. “No es que el kirchnerismo se mete en la gestión de Alberto. El kirchnerismo es la columna vertebral del frente, sin Cristina no existiríamos”, replican en el campamento K.
El otro “elefante en la sala” fue la potencial candidatura de Fernández. El Presidente mantiene viva la llama de su reelección ofuscado con sus socios por la falta de reconocimiento a su trabajo. Eso irrita profundamente a la vicepresidenta, que no lo quiere en un proyecto futuro. Massa, por su parte, ya le hizo saber al Presidente que sería importante que decida si va a jugar o no porque de su definición depende el resto de la oferta electoral. “Una PASO entre el Presidente y sus ministros es algo raro”, dijo a este medio un funcionario que trabaja cerca del líder del Frente Renovador.
Según pudo saber LA NACION, Massa pretendía que la mesa del Frente de Todos contemple a la ruta económica para encarar la estrategia electoral. Pese a que se le escabulle la cifra de la inflación -que marcó 6 puntos en enero- cree que su gestión económica cambió la expectativa política del Frente de Todos.
El Presidente, en tanto, fue acompañado por su flamante jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que desembarcó con el objetivo de ser un escolta político del jefe de Estado para transitar las definiciones electorales. Además, asistieron el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos (organizador de los pormenores de la reunión); el canciller, Santiago Cafiero; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz.
Massa fue acompañado por la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau; el intendente de San Fernando, Juan Andreotti; el ministro de Transporte, Diego Giuliano, y el vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Rubén Eslaiman.
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Al encuentro asistieron, en tanto, un puñado de gobernadores: Axel Kicillof (Buenos Aires), Jorge Capitanich (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Mariano Arcioni (Chubut) y Gustavo Bordet (Entre Ríos).
Por los intendentes fueron Fernando Espinosa (La Matanza), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Mariela Fernández (Moreno), Mario Secco (Ensenada) y Lucas Ghi (Morón). “Los intendentes del conurbano del PJ sumamos 10 millones de votos. Y son votos nuestros, ya no somos los viejos barones del conurbano que se colgaban de la boleta”, dijo a LA NACION un jefe comunal que reclamaba que hubiera sillas para ellos cuando eso se puso en duda.
Por la CGT y la CTA dieron el presente Héctor Daer, Pablo Moyano y Hugo Yasky. Los movimientos sociales tardaron en confirmar. Finalmente asistió Fernando “Chino” Navarro, del Movimiento Evita.