La sal también conocida como cloruro de sodio (NaCl) es un mineral compuesto por sodio y por cloro. El sodio es un elemento esencial para la salud ya que reside en el líquido extracelular manteniendo el equilibrio hídrico y osmótico del cuerpo humano. También contribuye a la conducción de impulsos nerviosos, al transporte de solutos a través de las membranas celulares y a la regulación del pH.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo recomendado de sal es de 5 gramos que equivale a 2 gramos de sodio al día. Es importante remarcar que la ingesta de sal en la mayoría de la población supera con creces las recomendaciones diarias llegando a consumir entre 9 y 12 gramos de sal al día. El consumo excesivo de sal tiene efectos perjudiciales para la salud ya que favorece el desarrollo de hipertensión arterial aumentando al mismo tiempo el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular. El abuso del consumo de sal aumenta la retención de agua en el cuerpo humano provocando un aumento de peso, obligando al hígado, al corazón y a los riñones a trabajar por encima de sus capacidades para poder eliminarla.
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¿Entonces cuánta sal se debe de consumir al día?
Los investigadores argumentaron que consumir menos de 5,6 gramos o más de 12,5 gramos al día se asocia con resultados negativos para la salud. La OMS recomienda el consumo de 4 gramos de sal al día. Un gramo de sal contiene 390 miligramos de sodio, esto equivale a una cucharadita de sal. Si bien es cierto que el consumo del sal en exceso causa serios problemas de salud como presión arterial alta crónica, conocida como hipertensión, que causa el 62% de todos los accidentes cerebrovasculares y el 49% de las enfermedades coronarias, eliminarla por completo de tu dieta es igual de perjudicial.
La sal, ingrediente omnipresente en la alimentación
Por otro lado, la sal es un ingrediente que se lleva utilizando desde hace muchos siglos pues es un buen potenciador de sabor y un buen conservante de los alimentos. Podría decirse que es un ingrediente que se encuentra escondido la gran mayoría del tiempo. Por ejemplo, se encuentra en estado natural en alimentos como la leche, la carne y los crustáceos. En los alimentos procesados suele estar presente en grandes cantidades y también lo encontramos directamente en nuestros saleros de mesa o en la cocina.
Es por eso que, al ser un ingrediente omnipresente en nuestra alimentación, debemos ser conscientes en no añadir más sal durante la preparación de nuestras comidas mediante pequeños cambios. Por ejemplo, es mucho más original, sabroso y saludable potenciar el sabor de las comidas a través del uso de especias en vez de utilizar la sal como condimento principal. Otra forma de reducir el consumo de sal es retirando el salero de la mesa y reduciendo o incluso evitando el consumo de alimentos ultraprocesados, pues la gran mayoría tienen un alto contenido en sal.
Los beneficios de reducir su consumo
Reducir la ingesta de sodio es una de las formas más costo-eficaces de mejorar la salud y reducir la carga de las enfermedades no transmisibles, de acuerdo con la agencia sanitaria de las Naciones Unidas.
Al bajar el consumo de sal, se puede evitar un gran número de muertes y complicaciones cardiovasculares mediante programas de costos totales muy bajos.
De acuerdo con el Max Delbrück Center for Molecular Medicine de Berlín, comer sal en exceso suprime la actividad de la mitocondria. Éste el organelo encargado de producir energía. Aparentemente, se ve afectada con irregularidades en el suministro de sodio que el organismo recibe.
Además de afecciones a la presión arterial y de un mayor riesgo de accidentes cardiovasculares, estos hábitos nocivos también impactan a nivel celular al cuerpo. Entre otros de los padecimientos derivados, están la osteoporosis, el cáncer estomacal y diversas enfermedades renales, de acuerdo con la cobertura de Live Science. No son los únicos.
Quizá el que más preocupa a los científicos en la actualidad, es el sistema inmunológico. Así lo explica Markus Kleinewietfeld, profesor asociado de la Universidad Hasselt en Bélgica, en su artículo para la revista Circulation:
“Por supuesto, lo primero que se piensa es en el riesgo cardiovascular”, dijo en un comunicado el coautor de la investigación. “Pero varios estudios han demostrado que la sal puede afectar a las células inmunitarias de diversas formas”.
De acuerdo con el experto, si la sal interrumpe el funcionamiento inmunológico durante un largo periodo de tiempo, podría generar enfermedades inflamatorias o autoinmunes en el cuerpo. Entre ellas, los monocitos pueden ser los más afectados. Éstas son las células precursoras que identifican y devoran a los patógenos que ingresan al organismo.
Varios estudios afirman que a mayor consumo de sal, menor será el funcionamiento correcto de la mitocondria. Sin embargo, si la persona deja de comer sal, el órgano puede volver a operar con normalidad, a todo motor.
Este efecto restaurativo no es vitalicio. Por el contrario, las mitocondrias que reciben demasiada sal por un tiempo prolongado de tiempo pueden no recuperarse del todo. Hoy, los investigadores esperan comprender si la sal puede afectar a otras células. Mientras tanto, recomiendan ampliamente modificar la dieta hacia horizontes menos salinos.
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En conclusión, la sal no es mala, es más, es necesaria para el buen funcionamiento del cuerpo humano. Eso sí, se recomienda su consumo de manera limitada (máximo 5g al día) ya que es importante ser consciente de que un consumo elevado conlleva a graves consecuencias para la salud. Por eso se recomienda que, de manera consciente, se reduzca en la medida de lo posible ese consumo extra que podemos provocar tanto en la cocina como en la mala elección de productos no saludables.