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Otro homenaje en Guaymallén, esta vez a don Bernardo Razquin

Su legado ambiental, su talento autodidacta como meteorólogo y sus hazañas como andinista lo consagran como una figura inolvidable de la provincia y es por eso que hoy se descubrió una placa con su nombre en la Terminal de Mendoza.

27/12/2024 21:43
Guaymallén homenajeó a don Bernardo Rázquin.
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Nacido en Guaymallén el 9 de febrero de 1906, Bernardo Razquin se convirtió en un emblema de Guaymallén y de la provincia de Mendoza, destacándose por su talento como meteorólogo autodidacta, su pasión por la montaña y su incansable labor por la naturaleza. Aunque solo cursó algunos años de la escuela primaria, su aguda capacidad de observación y su conexión con el entorno lo llevaron a ser conocido como "la voz y la cara del tiempo" durante décadas, un título que ganó con su labor diaria en LV10 Radio de Cuyo.

Este 27 de diciembre se descubrió una placa en homenaje a este guaymallino, por demás visionario, para que el mundo recuerde su labor. Así, todos los que pisen la Terminal de Ómnibus de la provincia podrán conocer quién fue Bernardo Razquin.

Además, recordando su legado, se plantó un árbol en su memoria. "Pueblo y gobierno de Guaymallén, rinden homenaje a nuestro vecino 'El Señor del Tiempo y la Montaña' Bernardo Razquin, astrónomo, arqueólogo aficionado, meteorólogo, andinista, pero sobre todo, un hombre curioso", se lee en la placa conmemorativa.

El acto contó con la presencia del intendente de Guaymallén, Marcos Calvente; el titular de la Sociedad Anónima Estación Terminal Mendoza, Franco Badaloni; la hija del homenajeado, América Paz Razquin, y la ex directora de la escuela Razquin y autora de su biografía, Estela Maris Páez de Enríquez, entre otros familiares y amigos. El evento se completó con la presentación artística de la agrupación Guaymallén Coral, a cargo de su director, Javier Rodríguez.

“Hoy, un ícono de la historia mendocina se hace presente para todos los que lo llevamos en el corazón. La casa de Bernardo fue mucho más que un hogar; fue un refugio para su familia, un lugar que simbolizó el trabajo y la unidad de cada uno de sus miembros. Esa casona, que los protegió a lo largo de los años, se erige como un emblema de fortaleza y la reivindicación de los valores que Don Bernardo siempre defendió. En su interior, libró una batalla entre sus recuerdos y su vínculo con la comunidad, decidiendo permanecer cerca, en la calle Güemes, pero dejando una huella imborrable al sembrar y cultivar los jardines de esta Terminal. Es un acto significativo que hoy nos reunamos en el lugar donde estuvo su casona para rendir homenaje a Don Bernardo Razquin, un gran hombre con un corazón aún más grande”, expresó Estela Maris Páez de Enríquez.

A su turno, Calvente destacó la importancia de poner en valor las cualidades de los ciudadanos que queremos que otras generaciones imiten. "No fuimos contemporáneos con Bernardo, y estas acciones permiten eternizar su legado para imitar todo lo bueno. Celebro que estemos todos en este evento y agradezco a la Terminal por poner en valor la identidad de los mendocinos y, en especial, de un guaymallino", agregó.

Al finalizar, José Manuel Morán, amigo cercano de la familia de Razquin, recitó un poema de su autoría denominado «A Don Bernardo».

Un pronosticador único desde el corazón de Guaymallén

Cada madrugada, Razquin salía desde su casa en Guaymallén rumbo a la emisora, caminando con su inconfundible boina negra, barba y bigotes blancos. Era habitual que los vecinos lo saludaran y le pidieran un adelanto del clima, ya que sus predicciones, basadas en métodos poco convencionales, eran famosas por su precisión, según recuerda diario La Nación. Observaba el comportamiento de las hormigas, escuchaba el canto de los gallos y leía el cielo con un conocimiento innato que le permitió anticipar fenómenos climáticos y naturales, como el terremoto de Villa Atuel de 1929, simplemente estudiando la luna nueva.

Amante de las montañas mendocinas

Además de su legado como meteorólogo, Bernardo fue un destacado andinista. Desde joven, se aventuró en las cumbres más altas de los Andes, logrando hacer cima en el Aconcagua en dos ocasiones y conquistando otras montañas icónicas como el Mercedario, el Tupungato, El Plata y Vallecitos. Participó en numerosas expediciones deportivas, científicas y de rescate, dejando su huella en la historia del montañismo argentino.

En una de sus expediciones más recordadas, formó parte del equipo que en 1964 bajó la momia del Cerro Toro, un hallazgo arqueológico de gran importancia ubicado en San Juan. Además, descubrió tres araucarias fosilizadas en 1951 y una olla utilizada por los araucanos en el Cerro Tupungato. En ese mismo lugar halló el cráneo de Pablo Frenke, un andinista desaparecido en la década de 1940, dando cierre a una de las historias más misteriosas de la alta montaña mendocina.

El legado ambiental de un hijo de Guaymallén

Razquin no solo miraba hacia las alturas, sino que también tenía los pies en la tierra. Desde su hogar en Guaymallén, donde hoy se encuentra la Terminal de Ómnibus de Mendoza, plantó decenas de árboles que aún se mantienen en pie, como símbolo de su amor por la naturaleza y su compromiso con la vida. Siempre llevaba consigo un puñado de semillas que esparcía en sus viajes, desparramando vida donde fuera.

Un personaje inolvidable

Bernardo Razquin falleció el 16 de marzo de 1988, pero su legado sigue vivo en Guaymallén y en Mendoza. Su espíritu autodidacta, su amor por la montaña y su incansable labor por el ambiente lo convierten en una figura admirable que marcó la historia de su tierra.

Hoy, quienes caminan por Guaymallén pueden ver los árboles que él mismo plantó como una muestra tangible de su aporte a la comunidad, recordando que este hombre sencillo y visionario llevó el nombre de su departamento a las alturas, tanto en sentido literal como figurado.

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