Más de 1.300 personas murieron y miles resultaron heridas este lunes tras un fuerte terremoto de una magnitud de 7,8 que sacudió el centro de Turquía y el noroeste de Siria, derrumbando edificios y provocando la búsqueda de sobrevivientes entre los escombros.
El sismo, que se produjo en la oscuridad de una mañana de invierno, se sintió también en Chipre, Líbano y al menos 10 países más.
"Nos sacudió como si fuera una cuna. Éramos nueve en casa. Dos hijos míos siguen entre los escombros, aún los estoy esperando", dijo una mujer con un brazo roto y heridas en la cara, hablando en una ambulancia cerca de los restos de un bloque de siete plantas donde vivía, en Diyarbakir, en el sureste de Turquía.
"Nunca había sentido nada parecido en los 40 años de mi vida", dijo Erdem, un residente de la ciudad turca de Gaziantep, cerca del epicentro del terremoto, que prefirió no dar su apellido, y agregó: "Nos sacudió al menos tres veces con mucha fuerza".
El vicepresidente turco, Fuat Oktay, confirmó que 284 personas habían muerto y 2.323 habían resultado heridas, mientras las autoridades enviaban equipos de rescate y aviones de abastecimiento a la zona afectada, al tiempo que declaraban el "nivel 4 de alarma", que reclama ayuda internacional.
En Siria, ya devastada por más de 11 años de guerra civil, uno de los responsable sanitarios del Gobierno dijo que más de 237 personas habían muerto y unas 600 habían resultado heridas, la mayoría en las provincias de Hama, Alepo y Latakia, donde se derrumbaron numerosos edificios.
Por su parte, en el noroeste sirio hubo al menos 147 víctimas mortales y 340 heridos.