Cuando la planta nuclear de Chernobyl, en Ucrania, fue ocupada por las fuerzas rusas la semana pasada, el Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano advirtió de la posibilidad de "otro desastre ecológico".
Los niveles normales de radiación en la zona de exclusión de Chernóbil -que incluye cuatro reactores cerrados, uno de los cuales se fundió en 1986 y esparció residuos radiactivos por toda Europa- se superaron según el regulador nuclear estatal de Ucrania, supuestamente debido a la actividad militar en la zona.
Pero más allá de la central de Chernobyl, preocupa que algunos de los 15 reactores nucleares activos de Ucrania puedan quedar atrapados en el fuego cruzado.
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"Es una situación única en la historia de la energía nuclear que tengamos una situación en la que una nación está operando 15 reactores nucleares y está en medio de una guerra a gran escala", dijo Shaun Burnie, especialista nuclear de Greenpeace Asia Oriental en declaraciones televisivas.
Las plantas proporcionan alrededor de la mitad de la electricidad de Ucrania, aunque ahora mismo solo funcionan nueve de los 15 reactores, según Burnie.
"La idea de construir una protección en caso de una guerra a gran escala nunca formó parte de la planificación en Ucrania, al menos en lo que respecta a la energía nuclear comercial", dijo.
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Mientras que algunos reactores de la época de la Guerra Fría en Estados Unidos y la Unión Soviética se construyeron bajo tierra para protegerse de las amenazas militares, las "enormes instalaciones" de Ucrania se construyeron todas sobre el suelo, añadió Burnie.
"Una central nuclear es una de las instalaciones industriales más complejas y delicadas, que requiere un conjunto muy complejo de recursos prestos en todo momento para mantenerlas seguras. Esto no puede garantizarse en una guerra", escriben Burnie y su colega de Greenpeace en Asia Oriental, Jan Vande Putte, en un informe sobre la vulnerabilidad de las centrales nucleares durante un conflicto militar