Los jóvenes encontraron estos “entretenimientos” durante las restricciones de la pandemia.
Empieza como curiosidad y diversión y se transforma en una enfermedad que afecta a toda la familia. Según los especialistas aun no se pueden determinar todas las consecuencias ni efectos producidos durante ese período. Los daños físicos, sociales, ambientales y sanitarios.
Lo que si afirman los especialistas que pronto podrán medirse los efectos del encierro, el confinamiento, la permamencia en soledad, la ausencia de experiencias comunes, la pérdida de perspectivas sociales y solidarias.
Así es como "entraron" los pibes y pibas al juego compulsivo. Nadie lo percibía. Casi nadie se daba cuenta. Todo transcurría por medio de celulares, en las redes “sociales”, por aplicaciones, solos, en secreto, casi clandestinos. Apostar por un toque de pantalla. Pocos pesos, pocas veces. No se percibe.
Luego ante la primera evidencia de la pérdida del dinero viene la etapa que lo define todo. O se alejan o se apuesta más para tratar de recuperar lo perdido. El resultado es conocido. Todo está diseñado para que se piense en la posibilidad de ganar bastante. Pero la estrategia del diseño de los juegos de azar sin control es entusiasmarte para sacarte lo que sea que tenéis. Luego ya nos hay retorno. No hay revancha. Ni posible, ni real, ni utilizando la imaginación.
Luego de probar su fórmula y asegurarla durante la pandemia, las empresas ligadas a esa actividad la impulsaron con campañas de promoción y publicidad con la participación de artistas reconocidos, influencers, ídolos deportivos, cantantes, jóvenes de éxito fácil, emprendedores técnicos millonarios.
Las empresas crecen, se agrupan, se concentran, se entrelazan, intercambian datos de manera que les sirva de protección. Frente a las “apuestas financieras” de los operadores de bolsa y especuladores de fondos buitres, toman el ejemplo pequeños ambiciosos que buscan rentabilidad extrema sin control ni regulación y sin medir las consecuencias. A todo esto se le suma que en los discursos oficiales desde donde se manejan la administración y las políticas públicas dicen: libertad de mercado, libertad de empresa, sobrevive el más fuerte, libertad es igual a eliminar las regulaciones ya que solo el mercado regulará de acuerdo a la básica ley de oferta y demanda.
Y ya se conoce el resultado cuando los que deciden se unifican y se defienden: monopolios y oligopolios que imponen sus propias reglas y son impunes ante la posibilidad de ser sorprendidos en acciones ilícitas o prohibidas.
Así está ocurriendo con la posibilidad de que se sanciones una ley de Prevención de la Ludopatía y Regulación de las Apuestas en Línea. El gobierno de los Hermanos Milei ya expresó que si se impone la ley en el Congreso, se encargarán de vetarla. No importa lo que pasa con los apostadores ni quienes son los que sufren las consecuencias.
Por otra parte nadie contesta a las preguntas más evidentes: ¿quién aplicará la ley? ¿Con que recursos enfrentará a los monopolios de apuestas? ¿Si esas empresas dedicadas al juego en linea fijan su sede formal y real en otros países ¿cómo se aplicará un control? Los legisladores no estudian tanto y no conocen. Otros están de acuerdo con las “libertades empresarias” y a otros directamente no les importa lo que ocurra.
Los estados provinciales y municipales poco pueden hacer. Serán los bomberos frente a la catástrofe. Serán las ambulancias rescatando víctimas.
A la pobreza estructural histórica se le suma la pobreza de esta etapa. Los jóvenes y menores en general son el núcleo duro.
Ya muchos hablan de la falta de un futuro posible. Ahora se le suma que algo de ese futuro se puede jugar en las apuestas y el dato sabido pero que nadie asume: si el futuro es una apuesta, lo más probable es que se pierda.
El informe "Apostar no es un juego", se realizó en las 24 provincias argentinas y 360 ciudades. Trabajaron universidades, organizaciones juveniles, especialistas en salud mental y varias instituciones preocupadas por lo que está pasando con los adictos a las apuestas.
Se realizaron 9,000 encuestas en escuelas, centros de estudiantes y clubes a partir de la mitad del año 2024.
El resultado es el informe titulado “Apostar no es un juego" Primera investigación sobre apuestas online que involucra a adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años.
Los resultados de la encuesta indican que la totalidad de los adolescentes y jóvenes han escuchado hablar de apuestas online. El 40% apuesta o ha apostado. Tres de cada cuatro le dedican 2 horas diarias. La mayoría piensa que las apuestas pueden convertirse en una adicción.
Un tercio de los apostadores tiene ansiedad o estrés por no haber podido realizar una apuesta. Los adolescentes y jóvenes apuestan el 75% del dinero que les dan sus padres y madres. Un quinto de los apostadores se ha endeudado y dos quintos a utilizado dinero que tenía otra asignación.
Lo que se busca a partir de estos resultados concretos es acordar políticas públicas para la defensa de las víctimas y la regulación para la defensa de la salud mental y las consecuencias sociales.
La posición del gobierno es clara, pública y contundente. No quieren regulación. Y nombran como responsable de la secretaría de estado para la niñez a un hombre ligado a las empresas de acuestas on Line Bautista Ordoñez. El zorro vigilando el gallinero.
Testimonios y datos duros del Informe
Una dice que tiene “tres hermanos, los tres apuestan y uno de ellos se endeudó por el valor de un millón de pesos apostando plata prestada, tiene 21 años”.
“Apuestan por futbol, goles, faltas. Pero llegan a apostar sin ningún fin deportivo, sino por el hecho de apostar”, cuenta otra adolescente.
Quienes no participan se sienten aislados. Se “quedan afuera del grupo” o “se sienten boludos” por no apostar.
Cuando les piden que describan emociones que tengan que ver con el juego y la diversión, contestan con resultados vinculados con angustia, estrés, violencia, insomnio, preocupación, tristeza, golpes, deudas y hasta robos a sus propias familias y amigos.
¿Quién va a atender los efectos en la salud mental de estos chicos? Es un problema de todas las clases sociales. Y si el 40 por ciento de los que tienen entre 15 y 29 años está involucrado no es un asunto marginal.
Pobreza juvenil. Desigualdad. Falta de cobertura sanitaria. Falta de efectos de salud pública del Estado que se ocupe. Imposible prevenir, acudir, contener, proteger, reparar los daños.
En estos días, dice uno de los voceros del informe, los jóvenes no escuchan a nadie decir que quiere estudiar medicina o ser arquitecto o abogado. Todos quieren ser “traders, streamers o influencers, quieren ser millonarios y quieren lograrlo rápido, con picardía y sin esfuerzo”.
Como las apuestas se realizan por medio de estructuras sin permiso e ilegales muchas se relacionan con delitos organizados, negocios de contrabando y con ramificaciones en zonas de frontera para escapar del requerimiento de leyes y controles.
Lo que nadie quiere contar es que luego de convertirse en un apostador adicto, pierden sus relaciones sociales, quedan aislados, solo se comunican cuando ganan y se esconden cuando pierden. Se quedan sin novio o novia, les roban a amigos y familiares, no tienen y no saben a quienes recurrir. No pueden describir lo que les ocurre. Se angustian, consumen sustancias que les provocan otras adicciones y otros endeudamientos.
Los efectos de los apostadores compulsivos eran conocidos desde hace décadas. Lo que se modificado es el libre acceso independientemente de la edad del apostador. El volumen de las apuestas no se visualiza. Valen los miles de pesos que se muestran en los casinos tanto como los pocos billetes que se ponen en las aplicaciones por celulares. La diferencia contundente es la masividad de las apuestas.
Con el último mundial se destapó y dejó de ocultarse este mundo. Los jugadores, ídolos de grandes y chicos, publicitaban las plataformas.
Las plataformas promueven la conexión permanente, instantánea, de fácil acceso. Los jóvenes, por falta de experiencia y entusiasmo exacerbado se enganchan rápido pero no tienen recursos para salir: no saben como, no saben a quién pedir ayuda, no pueden desarrollar una estrategia de protección. Quedan aislados e indefensos. No se dan cuenta que tienen un problema.
Las apuestas generan cifran y estadísticas que sirven para protección cuando hay políticas públicas basada en la salud mental y cuidado y prevención. Los más vulnerables son varones jóvenes, pobres, aislados, sin acceso a protección y sin posibilidad de recibir ayuda si no puede analizar lo que le pasa, o cómo salir del aislamiento. Contención no es castigo. Protección no es punitivismo. Ayuda no es persecución y condena social.
Las empresas de juegos no sufren, ni pierden. No generan trabajo genuino y son indiferentes a las consecuencias e impunes frente al incumplimiento de la reglamentación vigente.
Si hay algo que defender, no es muy difícil darse cuenta ver lo que está en peligro y no se puede defender solo.