En el marco del Día Mundial de la Obesidad, celebrado cada 4 de marzo bajo el auspicio de la Federación Mundial de la Obesidad, es fundamental reflexionar sobre la naturaleza y el tratamiento de esta enfermedad que afecta a millones en todo el mundo. El trastorno del peso corporal se trata de un proceso inflamatorio complejo, que se desarrolla influenciado por factores como el estrés, la regulación del apetito, la predisposición genética y el consumo de alimentos procesados. Estos elementos interactúan contribuyendo a la complejidad de la condición.
El objetivo principal de esta jornada es generar conciencia y promover acciones concretas para prevenir y revertir la obesidad. Esta condición no solo aumenta el riesgo de enfermedades como la diabetes, patologías cardiovasculares y cáncer, sino que también tiene un impacto en la calidad de vida de quienes la padecen.
Es esencial enfrentarla de manera integral, considerando opciones terapéuticas. Además de adoptar hábitos saludables, debemos reconocer la importancia de abordar los aspectos psicológicos y el manejo del estrés. Esto implica implementar terapias psicológicas, programas de asesoramiento nutricional y actividades físicas adaptadas.
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Es alentador observar el progreso en el ámbito legislativo y de políticas públicas en Argentina. Ejemplos claros de esto son la ley 26.396, que declara de interés nacional la prevención y control de los trastornos alimentarios, y la resolución 1420/2022, que amplía las coberturas y prestaciones para el tratamiento de la obesidad. Estos avances representan pasos significativos hacia una atención más integral de esta enfermedad en nuestro país.
Un vínculo crítico
El cortisol, conocido como la hormona del estrés, es producido por las glándulas suprarrenales y se activa en momentos de ansiedad. Durante la pandemia y los subsiguientes períodos de confinamiento, se observó su aumento en la población. Este estado de nerviosismo fue asociado con el incremento de peso, especialmente hacia áreas como la grasa abdominal, lo que genera mayor riesgo de padecimientos cardiovasculares.
Los pecialistas y organizaciones buscan mejorar la realidad de las personas con obesidad. (Foto: Adobe Stock)
El sedentarismo puede llevar a un consumo desordenado de alimentos poco saludables, al igual que la ansiedad puede afectar nuestro ritmo circadiano, perturbando nuestro reloj biológico. Por otro lado, el estrés puede impactar nuestras emociones al activar el cortisol, que influye en la amígdala, una región cerebral clave para regular nuestras respuestas emocionales, lo cual puede intensificar la ansiedad.
Impacto de la pandemia
La epidemia global de Covid -19 tuvo un impacto significativo en las personas. Según datos recientes, más del 50% de los argentinos admiten haber aumentado de peso durante este período.
Por otra parte, un estudio realizado en nuestro centro médico, reveló que la mayoría de los encuestados experimentaron un aumento de peso, siendo preocupante el porcentaje que ganó entre 5 y 10 kg. Aunque algunos lograron perderlo, es evidente la necesidad de abordar de manera efectiva este problema y fomentar la actividad física.
Futuro saludable
El aumento del sobrepeso supone un desafío creciente para la salud pública, requiriendo un enfoque integral que aborde no solo los aspectos físicos, sino también los emocionales y sociales. En la práctica clínica, resulta fundamental proporcionar a los pacientes un diagnóstico preciso y un tratamiento que incluya cambios en los hábitos de vida, opciones de alimentación mejoradas, actividad física adaptada y, en ocasiones, intervención farmacológica.
La presión de los estándares de belleza poco realistas contribuye a la discriminación hacia quienes sufren de obesidad. Es crucial desafiar estas percepciones distorsionadas y promover una comprensión empática de esta compleja enfermedad.