El fútbol argentino sufre una seguidilla de lesiones graves, se trata de un flagelo que pone en jaque el armado de los equipos. El dato es realmente alarmante: desde que comenzó el 2024, 21 jugadores de primera división sufrieron roturas de ligamentos cruzados, un diagnóstico que requiere de cirugía y que luego demanda de seis a ocho meses de recuperación.
Lucas Bondel (Boca), Gonzalo “Pity” Martínez (River), Ulises Sánchez y Lucas Passerini (Belgrano), Matías Giménez Rojas (Independiente) y Tomás Pozzo (Godoy Cruz), son solo algunos de los futbolistas afectados por esta lesión de rodilla en lo que va del año. Muchos de ellos estaban en momentos destacados y, ante este escenario, sus entrenadores se verán privados de contar con piezas claves para sus equipos durante un largo tiempo.
“No es mala suerte o casualidad”, asegura Norberto Debbag, médico cardiólogo y deportólogo (Mat. 51.320) que actualmente trabaja con el plantel del Estudiantes de Buenos Aires en la Primera Nacional, la segunda categoría del fútbol argentino. De acuerdo a sus estimaciones, son múltiples las causas que pueden influir en este aumento de lesiones.
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Las posibles causas del aumento de las roturas de ligamentos cruzados
Para Debbag, los factores que inciden en que se produzcan este tipo de lesiones son varios y con distintos pesos. Es difícil, desde su mirada, estimar cuál puede tener un mayor grado de importancia.
El estado de las canchas es una arista a estudiar. Pero no necesariamente porque los campos de juego sean defectuosos o estén destruidos, sino porque a veces al estar el césped en muy buenas condiciones, sumado al riego constante, el juego se hace más rápido y se puede producir un desequilibrio a la hora de frenar en las corridas
La alimentación y la nutrición de los futbolistas son cuestiones que siempre deben tenerse en cuenta también. Sin embargo, no es solo la actualidad lo que interesa, sino también el estado inicial del deportista y cómo ha sido esta situación a lo largo de su vida. “Por la incorporación de aminoácidos y proteínas, entre otras cuestiones”, explica el médico.
Además de la parte genética, también están los aspectos psicológicos que deben tenerse en cuenta. El estado emocional puede llegar a ser un factor que genere una inclinación a sufrir lesiones de tipo muscular, pero no hay que descartar que también incida en las de ligamentos.
Debbag cree también que se deben estudiar los aspectos musculares de una manera integral: en la parte física no se debe solo hacer hincapié en trabajar los cuádriceps de los futbolistas, sino también se debe hacer foco en los isquiotibiales para evitar que haya un déficit de fuerza a la hora de realizar los movimientos de freno y giro en medio de una jugada.“Los entrenadores y los preparadores físicos no quieren a los jugadores al 100%, sino al 150%”, sostiene el médico deportólogo que, por eso, hace hincapié en revisar las cargas que suelen tener los entrenamientos en las pretemporadas y entre partidos.
Pero también existe otro factor que cada vez se profundiza más en el fútbol actual: la cantidad de partidos que se juegan en poco tiempo. Esa exigencia puede llegar a causar “desbalances musculares” que propician lesiones aún más serias.
“Cuando me dicen que en Europa se juega cada tres días como acá y que no hay esa cantidad de lesiones graves, yo recuerdo lo que ocurrió antes del Mundial de Qatar 2022: el calendario se apretó, hubo muchos jugadores que se lastimaron y que incluso se perdieron ese torneo”, señala.
El antecedente del fútbol femenino
Las roturas de ligamentos cruzados son un mal que afecta al fútbol femenino hace muchos años y que se hizo más visible con el crecimiento de la disciplina a nivel mundial. Las más grandes estrellas han sufrido esta lesión: Marta, Ada Hegerberg, Alexia Putellas, Sam Kerr, Vivianne Miedema, Leah Williamson, Beth Mead, entre otras. En el último Mundial, la argentina Florencia Bonsegundo tuvo que salir por esta causa.
Tiempo atrás, un artículo de la CNN reveló que, de las 20 nominadas al Balón de Oro femenino en 2022, un 25% había sufrido la rotura de ligamentos cruzados ese mismo año. De los 30 nominados en la categoría masculina, a ninguno le había pasado.
En esa línea, según un artículo publicado en el medio The Athletic, las mujeres tienen entre dos y ochos veces más chances de sufrir este tipo de lesiones que los varones. Los motivos todavía están en estudio.
Aunque muchas de las investigaciones relacionadas a la importante incidencia de las lesiones de ligamentos cruzados en las futbolistas se centran en el ciclo menstrual o en cuestiones hormonales, en los últimos tiempos también se empezaron a evaluar otros factores.
La anatomía y la biomecánica del cuerpo de las mujeres empezó a estudiarse en este sentido, como así también otras cuestiones que apuntan más a lo social aplicado al deporte: los tipos de entrenamientos y de fortalecimiento de los músculos que se han aplicado tradicionalmente en equipos femeninos, el diseño de los botines que no son específicos para jugadoras (sino solo versiones masculinas más chicas) y la dificultad en el acceso a formación, modalidades de entrenamientos e infraestructura de mejor calidad debido a una cuestión de discriminación por género.
Herramientas de prevención
“Hay que estar atentos”, recalca Debbag y advierte que, ante este panorama, la ola de roturas de ligamentos cruzados puede ser algo que “recién empieza”.
Ante estas múltiples posibles causas, muchas de ellas también enumeradas por el médico de Boca, Jorge Batista, en un posteo de Instagram reciente, Debbag deja en claro que los clubes pueden comenzar a aplicar ciertas estrategias en sus planteles con el objetivo de prevenir.
“Deben evaluar qué medidas tomar y hacer pruebas funcionales de fuerza principalmente. Esto es para ver si hay desbalances musculares en los miembros inferiores”, sostiene. Y puntualiza que esto debe aplicarse desde la Reserva incluso y ser repetido con frecuencia para identificar a aquellos futbolistas que puedan tener un déficit particular y trabajar en esos casos puntuales.