Los sectores más combativos del sindicalismo argentino marcan distancia de la CGT y confirman una marcha federal a Plaza de Mayo este jueves, en rechazo a las políticas del gobierno de Javier Milei. Con el lema “La patria no se vende”, buscan exponer una fuerza opositora en el corazón político del país.
La negativa de la conducción dialoguista de la CGT, liderada por Héctor Daer y Carlos Acuña, a convocar un paro general fue el detonante para que sindicatos como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), La Bancaria y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), entre otros, tomaran la iniciativa. La Central de Trabajadores de la Argentina (CTA-T y CTA-A) también se sumará a la protesta, acompañada por movimientos sociales cercanos al kirchnerismo.
Te puede interesar
Moyano y la fractura sindical
El protagonista de esta nueva fractura sindical es Pablo Moyano, quien recientemente renunció a la conducción de la CGT. Con respaldo de gremios clave como SMATA, Aeronáuticos y los docentes liderados por Hugo Yasky, Sonia Alesso y Roberto Baradel, Moyano busca consolidar un frente opositor a las políticas de ajuste. La situación evoca la postura histórica de su padre, Hugo Moyano, quien en los años 90 marcó distancia de los gremios alineados con el menemismo.
“La marcha no es solo un reclamo laboral, es un grito por la soberanía y la justicia social”, señaló Moyano en una reciente reunión. La movilización incluirá un paro de estatales convocado por ATE, con la participación de más de 30 gremios que ratificarán su presencia en la Plaza de Mayo.
Te puede interesar
Ajuste, planes sociales y tensiones políticas
El descontento con el gobierno se centra en las políticas de ajuste, que según los sindicatos afectan tanto a los trabajadores formales como a los sectores más vulnerables. Mientras tanto, los movimientos piqueteros han perdido protagonismo, debilitados por denuncias y el recorte de planes sociales.
La adhesión de agrupaciones políticas como La Cámpora y la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) apunta a ser una demostración de fuerza frente a un gobierno en tensión constante con el sindicalismo tradicional.