El presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel sorprendieron sobre el cierre del Desfile Militar por el Día de la Independencia: los representantes del Poder Ejecutivo bajaron del palco oficial y subieron a un tanque de guerra, mostrando entusiasmo y apoyo a las fuerzas armadas.
El palco principal, ubicado a una cuadra del inicio del desfile en Libertador y Austria, sobre la plaza República Oriental del Uruguay, fue el escenario desde donde Milei y Villarruel observaron el evento. Cuando el acto ingresaba en su tramo final, y con previo asesoramiento del ministro de Defensa de la Nación, Luis Petri, el jefe de Estado interrumpió el paso de los uniformados para acceder al vehículo de guerra junto con la vicepresidenta.
El momento fue uno de los destacados del acto del 9 de Julio, que contó con la participación de unos 7.000 efectivos desfilando por la avenida del Libertador, además de blindados, motos, camiones y camionetas con capacidad misilística. La imagen de Milei y Villarruel juntos al frente de un vehículo de combate se produjo horas después de que la vicepresidenta se ausentara del acto en Tucumán, alegando un estado gripal, donde debía rubricar el denominado “Pacto de Mayo”.
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La celebración patria incluyó también la participación de 62 aviones que a partir de las 11 realizaron un sobrevuelo sobre la Ciudad de Buenos Aires; tanques, blindados M113 y otros vehículos del Ejército y la Marina. Además, cinco embarcaciones de la Armada, que integran el Poder Naval Integrado, se apostaron en dársenas del Puerto Nuevo para ser visitadas por el público. El desfile contó con la presencia de unos 350 caballos de los regimientos históricos y canes. Encabezaron el desfile los Veteranos de Guerra de Malvinas, llegados de la mayoría de las provincias.
En la previa del desfile militar, Milei, Villarruel y el gabinete de ministros participaron del Tedeum que se desarrolló en la Catedral Metropolitana. La ceremonia religiosa estuvo a cargo del arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, quien en su homilía expresó: “Señor Jesús, muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, un esfuerzo que conmueve, un esfuerzo esperanzador. No permitas que lo cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo, con conductas reprochables que sólo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie. No hipotequemos el futuro”.
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Además, el arzobispo resaltó que “demasiadas cosas ya hicimos mal en el pasado del que nadie se hace cargo, aunque el resultado es que en Argentina seis de cada diez chicos son pobres; niños con hambre revolviendo basura, chicos no escolarizados, o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto”.
La jornada patriótica concluyó con la imagen de un Presidente y una Vicepresidenta comprometidos y activos, reflejando una cercanía simbólica con las fuerzas armadas y con el espíritu patriótico del 9 de Julio.