El presidente Javier Milei, quien ayer explotó en contra de los gobernadores por entender un escaso apoyo a su mentada Ley Ómnibus, por estas horas evalúa la salida de dos ministros más luego de haber echado el jueves a Guillermo Ferraro, que estaba a cargo de Infraestructura.
Mientras el mandatario se prepara para una dura semana en la que será tratada, artículo por artículo, la Ley de Bases, ahora analiza dejar sin funciones ministeriales a Guillermo Franco, aún a cargo del Ministerio del Interior y a Martín Menem, actualmente presidente en la Cámara de Diputados de la Nación por considerar blanda su gestión ante los legisladores dialoguistas. Una razón puntual de la salida de Menem es que bajó los decibeles ante los legisladores sosteniendo que, “vamos a respetar los tiempos”.
El caso de Francos es similar por considerar el jefe del Ejecutivo Nacional que los resultados positivos en su gestión han sido muy bajos al momento de las conversaciones llevadas adelante para el avance de la Ley Ómnibus que será prácticamente desguazada la próxima semana en el Congreso de la Nación.
Una salida elegante, que ya trascendió en Casa Rosada, es que Milei estaría por enviar a Franco al Reino Unido para que ocupe el lugar de embajador en ese país y Menem sería degradado a Jefe de Bloque, lo que lo dejaría sin posibilidad de maniobra en el Parlamento en los próximos días. Ya había sido conocida la intención de Milei de elegir a Cristian Ritondo como presidente en Diputados para tejer alianzas parlamentarias.
El nuevo escenario de limpieza de Mieli está claramente influenciado por Nicolás Posse, Jefe de Gabinete, de quien había trascendido su malestar tanto con Ferraro como con Franco.
Por su parte, en medio del viaje de Milei a Davos, Santiago Caputo, visitó el despacho de Menem y escuchó con atención la conclusión a la que llegó el presidente de la Cámara: para someter la ley a debate en el recinto.
Allí supo de su postura de que había que modificar capítulos que el Gobierno no pensaba retocar. Y no se fue conforme, aunque finalmente a su regreso el Presidente autorizó algunos cambios. No los suficientes. Es la difícil tarea de los negociadores de Milei: no sólo se les enojan los ajenos, sino también los propios.