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Gerchunoff: "Quise tratar la figura de Alfonsín de verdad, como un ser humano frente a sus tensiones y no solo durante su gobierno"

Pablo Gerchunoff es el autor de “Alfonsín. El Planisferio invertido” y realizó un análisis profundo sobre la vida política del expresidente en el programa "Entre Paréntesis"

Redacción
22/10/2022 16:41
Pablo Gerchunoff, historiador económico
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Pablo Gerchunoff es investigador y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet como especialista en historia económica.

En el programa “Entre Paréntesis”, emitido por Radio Jornada, su conductor, Luis Ábrego, entrevistó al historiador y autor de "El Planisferio Invertido", el libro político del momento sobre la figura del doctor Raúl Alfonsín.

En su extensa trayectoria como historiador y economista, Gerchunoff ha escrito varios libros. Recientemente ha publicado esta biografía que convoca a la memoria y a la reflexión. Aquí, el experto analiza la vida del expresidente sobre todo en los últimos años, repasando las distintas etapas del hombre que nació en la ciudad bonaerense Chascomús.

-¿Cómo fue el proceso de salir de la subjetividad y hacer un análisis científico de lo que fue el plano político y la historia de Alfonsín más su experiencia de gestión?

- Este libro me llevó cuatro años y medio aproximadamente escribirlo. Veía que la figura de Alfonsín se estaba tratando de un modo acrítico, si se quiere. No se lo trataba como a un ser humano, con sus errores, con sus virtudes y defectos, o con sus errores políticos y sus enormes aciertos.

Desde hace mucho tiempo tenía ganas de escribir sobre él, a quien no conocí tanto, ya que lo vi quince veces y solo como funcionario político. Quería tratar la figura de Alfonsín de verdad, como un ser humano frente a sus tensiones y no solamente durante el gobierno. Este no es un libro sobre el gobierno de Alfonsín. Es un libro sobre Alfonsín, que empieza en Chascomús.

El primer capítulo es sobre la muerte y los funerales, pero -fuera de eso- es un texto sobre Alfonsín desde marzo de 1927, cuando nace la nación radical. Pensemos que, un año después, Hipólito Yrigoyen saca cerca del 60 por ciento de los votos en su reelección presidencial. Así que se expande desde 1927 hasta su muerte en 2009. Entonces, hay un primer momento que es la conformación de su personalidad política en Chascomús, con su familia, el campo, el catolicismo heredado de su madre y muy compenetrado él con eso, sobre todo hasta los años '80. Después, el tratamiento del gobierno y finalmente el post gobierno. Algo que me parece muy interesante tiene que ver con las posturas de Alfonsín una vez terminada su función como presidente, ya que esto merecía un foco especial en el libro.

-Vos ponés mucho énfasis en Chascomús, con esa fuerte impronta que en ese momento tenía el radicalismo como un partido nacional y con despliegue territorial y dominante. Además, la influencia de su madre, como conservador de costumbres … yo te agregaría un innovador desde el punto de vista social y político de alguna manera.

- Efectivamente. Esas son las complejidades de una personalidad. Lo que vos me estas describiendo. Él fue efectivamente un conservador de costumbres y lo fue toda la vida.  Y digo que lo fue durante toda su vida, porque aún dentro de su vida política, él toma decisiones que no tienen nada que ver con su conservadurismo de costumbre, es decir, logra elevarse más allá de lo que era originalmente. Voy a dar un ejemplo clásico. El impulso a la ley de divorcio. Él estaba en contra del divorcio, en su familia, en sus hijos, en sus amigos y hasta en sus funcionarios. Yo cuento en el libro que cuando algún funcionario se divorciaba le preguntaba con tono serio: "¿Usted lo pensó bien?". En ese sentido no hubo un cambio en él.

-Ese tránsito de ese liberalismo radical del interior de la provincia de Buenos Aires a estas posturas que estamos describiendo como un innovador social, ¿puede tener que ver con su tránsito a una postura más social demócrata?

- Yo pasaría por una instancia anterior que tiene que ver con lo que estamos hablando. Lo describo como un conservador de costumbre. También lo describo como un católico progresista. Que esto también es influencia de la madre y de la familia. Un católico progresista es un progresista. Es un conservador de costumbre, y un innovador social y político. El cristianismo progresista no tenía una visibilidad internacional importante como para que el adscribiera como una postura que lo molestara con el mundo de las ideas, entonces poco a poco se fue volviendo un socialdemócrata como es lógico y allí encontró su casa en el sentido de un mundo de convicciones y de ideas. En la socialdemocracia él encontró en la historia algo que es fundamental para mí y para entender la vida de Alfonsín. Él nació en el país radical. Siempre tuvo en su mente la idea de que en febrero de 1946, cuando Perón gana las elecciones y llega por primera vez a la presidencia, él siente persistentemente a partir de ahí y durante toda su vida. que el peronismo le había arrancado al radicalismo su base social popular y su obsesión era que devuelvan la clase trabajadora.

Pablo Gerchunoff y su último libro

- Él siempre decía democracia con justicia social…

-Totalmente, él estaba compitiendo con el peronismo y estaba convencido de que podía ganar. Tercer movimiento histórico quería decir eso, un movimiento político fundado en su partido original, en el radicalismo que se extendía más allá y que llegaba al punto de incluir a las clases trabajadoras que habían sido peronistas.

-¿Cómo crees que su fracaso económico no condiciona esta idea que hoy se está generando de Alfonsín y que se lo pone a la altura de los próceres de nuestro país?

- Alfonsín es el personaje de la historia y para muchos efectivamente es un prócer. Es cierto, terminó siendo muy reconocido por un abanico muy amplio de la clase política. En Juntos por el Cambio nadie va a objetar la figura de Alfonsín e incluso en el Kirchnerismo hay un intento permanente por capturar su imagen como una figura que sintoniza con sus ideas. Alberto Fernández empezó su mandato con un intento de asimilarse a la figura, a pesar de que no le salió bien. Alfonsín termina siendo una persona reconocida, con sabiduría popular. Entendible por cómo terminó económicamente su gobierno. Nunca pudo ser alguien a quien se lo considerara para el voto. Él decía con mucha claridad: “A mí me quieren pero no me votan” y es una frase que lo dice todo. Y sufría por esta frase.

-¿Creés que es un fenómeno de moda la reivindicación de la figura de Alfonsín?

- Yo creo que la estética del sistema decimal, es importante. El hecho de que se estén por cumplir 40 años de la instalación en Argentina y una democracia persistente hace que muchas personas tengan la mirada sobre el fenómeno Alfonsín. El Pacto de Olivos terminó siendo funcional a esa arquitectura del gran legado de Raúl Alfonsín y por lo cual esta democracia ha perdurado a pesar de las sucesivas crisis y hoy seguimos hablando de tamaña figura y envergadura. Sí, efectivamente. La constitución del 94 además le envió al sistema político un carácter más competitivo. Con el ballotage, con el tercer senador, con la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, esto le dio equilibrio y competitividad al sistema político.

- Pablo, ¿qué enseñanzas del pasado tenemos con respecto a la crisis del presente?

- Nosotros necesitamos hoy un plan de estabilización y un plan de reforma económica que además se consolide. Venimos de diez años de estancamiento. Los salarios reales de hoy son menores que los de 2011. El estado de fragmentación de la sociedad y de marginalidad de una parte de la sociedad es notable y no lo podíamos imaginar ni siquiera en un cuento fantástico una cosa como esta hace 20 o 30 años. Sin embargo pensamos en un plan de estabilización como una travesía por el desierto con las cantimploras vacías. Yo tengo una crítica a la mirada dominante hoy. La prioridad es un plan de estabilización, y con el ajuste necesario, para lograr que no sea superficial. Quiero decir, en una república democrática compleja, poniendo en la escena la inquietud de la calle. Un programa de reforma económica tiene que ser producto de un diálogo, de un acuerdo amplio y profundo. No puede ser la imposición de un presidente.

 

Entrevista: Luis Ábrego.

Edición periodística: Daniela Sarradell y Fabián Galdi

 

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