Hacer buenos helados caseros no es difícil, en este artículo te cuento cómo hacer helados caseros porque merece mucho la pena. A pesar de lo mucho que nos gustan.
¿Vale la pena hacer helados en casa? Mi respuesta es sí, pero ¿por qué?
Controlamos por completo todos los ingredientes y nos ahorramos estabilizantes, colorantes y aromas, que, aunque son del todo inocuos, solo son necesarios porque los helados comerciales necesitan aguantar meses almacenados en supermercados y tiendas. Pero sobre todo nos ahorramos grasas poco saludables y baratas…
Por la misma razón anterior, hacer el helado en casa es muy conveniente para quien tenga alguna intolerancia o alergia alimentaria, o problemas de azúcar. Podemos elaborar los helados con ingredientes sin lactosa, sin huevo, con un control total de que no tengan gluten e incluso sin azúcar, como los hago yo, aptos para diabéticos.
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Podemos graduar los ingredientes y sabores completamente a nuestro gusto.
La pureza de sabores que se consigue en un helado casero no la he encontrado yo en ningún helado de supermercado. Puede que se encuentre en algún helado artesano de verdad, como los de Paco Torreblanca o los de los hermanos Roca, pero no he tenido la suerte de probarlos, así que no puedo opinar.
Ingredientes y preparación
- Yemas,
- leche,
- azúcar y aromas
Una emulsión es una dispersión de una sustancia en otra en forma de gotas microscópicas, siendo una y otra sustancias inmiscibles, es decir, que no se mezclan, como el aceite y el agua.
Cómo se consigue que un helado sea cremoso
La cremosidad, una de las cualidades imprescindibles del helado, proviene entre otras cosas de que los cristales de agua formados al congelar sean tan pequeños que nuestro paladar no sea capaz de percibirlos. El tamaño de los cristales se controla de diversas maneras:
Introducción de aire en la mezcla – las máquinas industriales y profesionales para fabricar helado baten el helado con cuchillas, a alta velocidad, con una potente congelación simultánea e introduciendo pequeñísimas burbujas de aire, lo que mantiene controlado el tamaño de los cristales de hielo. Esto último no está al alcance del heladero casero.
Azúcar y otros edulcorantes – el azúcar, como casi cualquier otro ingrediente soluble, rebaja el punto de fusión del agua. Eso significa que el agua con azúcar disuelta no se congela a 0 ºC, sino a menos, según la cantidad de azúcar.
Cuanto más bajo el punto de congelación, mayor número de cristales y de menor tamaño.
El azúcar invertido, por ejemplo, reduce el punto de congelación más que el azúcar solo, por eso se recomienda añadir un pequeño porcentaje en los helados (aquí tenéis qué es el azúcar invertido, cómo hacerlo en casa y cómo se usa).
Según Harold McGee podemos sustituir entre un cuarto y un tercio del azúcar de la receta por azúcar invertido. El mismo efecto tiene la miel, aunque hay que tener en cuenta que tiene un sabor pronunciado.
Proteínas – en un helado con una base tradicional de natillas, un cuajado de yemas, leche y nata, las proteínas proceden de las yemas y de la leche. Las proteínas tienen dos efectos:
Por un lado son moléculas grandotas que literalmente fastidian el crecimiento de los cristales de hielo, al obstruirles el camino;
por otro lado, al calentarlas en el cuajado se desnaturalizan y gelifican, es decir, que forman una especie de gelatina, atrapando el agua dentro de una red de moléculas de proteína, por lo que queda menos agua para que los cristales de hielo crezcan. Para aumentar la cantidad de proteínas se añade en ocasiones leche en polvo.
Grasas – al igual que con las proteínas, las grasas proceden de los lácteos y los huevos. También las grasas son moléculas grandes y además la grasa láctea contiene emulgentes naturales que ayudan a asociar las moléculas de agua con las de grasa. Las grasas permiten que los cristales de hielo escurran unos sobre otros y den sensación de untuosidad.
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