El físico de Ignacio Fernández parece desafiar la ley del tiempo: sigue flaquito, estilizado y con un corte de pelo clásico. Su imagen contrasta con el estereotipo del futbolista moderno, sin tatuajes llamativos, ropa extravagante fuera de la cancha ni declaraciones grandilocuentes. El Ignacio Fernández de hoy es casi un calco del joven que llegó a Temperley hace más de 12 años, tras el descenso de Gimnasia, con el sueño de ganar minutos en la cancha. Sin embargo, ahora cuenta con mayor claridad mental, madurez y experiencia, además de ser un jugador más completo.
Este martes, cuando salga al campo del Estadio Malvinas Argentinas vistiendo la camiseta de River y enfrente a su antiguo equipo, el celeste de Temperley, las emociones estarán a flor de piel. Su paso por la institución en la temporada 2011/12, aunque breve, fue muy fructífero. Ya entonces mostraba destellos de su calidad futbolística, además de un gesto que lo convirtió en un favorito de los hinchas del Gasolero.
Tras debutar en Gimnasia y descender a la B Nacional, Fernández fue cedido a préstamo a Temperley, siguiendo el camino común de muchos jóvenes jugadores: bajar un escalón y buscar rodaje en un club de menor categoría. Y vaya si lo logró: con poco más de 20 años, Nacho Fernández jugó 29 partidos, anotó 10 goles y dio varias asistencias, en una temporada que lo puso en el radar de equipos más importantes. Su estilo pausado inicialmente generó dudas entre los hinchas de Temperley, pero rápidamente se ganó su cariño con su habilidad en el campo.
Luis López, excompañero en Temperley, recordó en 2020: "En la primera práctica nos sorprendió a todos. Era flaquito, pero en la primera jugada que agarró en mitad de cancha, gambeteó a todos, pasó al arquero, hizo el gol y siguió corriendo. Todos nos preguntamos: '¿De dónde salió este pibe? Le va a ir bien’".
La relación de Nacho Fernández con Temperley va más allá de su buen rendimiento en el campo. Hernán Lewis, presidente del club en ese entonces, reveló un gesto que destacó su calidad humana: "Terminó su contrato y no nos reclamó el pago". En medio de una profunda crisis económica, con una deuda de cinco meses al plantel, Fernández fue uno de los pocos jugadores que no exigió el pago inmediato de su sueldo. “Cobraba seis mil pesos mensuales, le debíamos treinta mil. Sin conocerme, me dijo: 'Cuando el club pueda, me llamás'. Se volvió a Gimnasia sin presionarnos. Cuando organizamos las finanzas, lo llamamos y le pagamos toda la deuda", explicó Lewis.
En el Sur, Nacho Fernández siempre será recordado con cariño, no solo por su desempeño en la cancha, sino también por sus actitudes fuera de ella. Como expresó Luis López: "Dio todo y era uno de los mejores". El zurdo regresa a enfrentarse a su antiguo club, ahora más experimentado y con una carrera destacada, en una jornada de Copa Argentina que promete ser especial.