La efectividad del rumbo establecido se refleja de manera contundente en los últimos datos sobre mortalidad materno-infantil y embarazo adolescente que dio a conocer el Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes.
Más y mejor infraestructura para la atención de embarazos y partos, equipos de salud con formación de excelencia y equidad territorial en el acceso de mujeres y jóvenes al sistema sanitario se reflejan en el descenso de estos dos indicadores considerados centrales para medir la eficacia de las políticas sanitarias.
En 2022, la tasa de mortalidad infantil fue de 6,6 por mil, mientras que en 2021 fue de 6,9, y de 7,5 por mil niños nacidos vivos en 2020. Además, la mortalidad materna continuó en descenso y se ubicó en una cifra de 1,4 por diez mil mujeres. En el caso del embarazo adolescente, también se registró una baja de 8,3 en 2020 a 7,5 en 2021.
Con los indicadores consolidados, la ministra de salud, Ana María Nadal, remarcó: “Gracias a la política sanitaria que se viene implementando en los últimos años, que busca priorizar las líneas de cuidado, la protección integral de la salud de la mujer y las infancias, desde 2016 se vienen registrando resultados que indican los frutos del trabajo realizado en la materia”.
Según los datos que se difundieron, hay un claro descenso (de 40 %) en nacimientos de 2015, unos 14.000 menos si se compara el último año con el de inicio de la gestión. Además, se registró una disminución de casi dos puntos en cuanto a la tasa de mortalidad desde 2016, que representan unas 160 defunciones menos. Por otra parte, en 2016 la mortalidad materna se situaba en 4,19 por diez mil y en 2023 se ubica en 1,4.
“Esto tiene que ver con las políticas públicas de salud sexual y reproductiva que facilitan a las familias planificar los nacimientos y, de este modo, disminuir el número de los embarazos de riesgo y embarazos adolescentes”, afirmó la titular de la cartera sanitaria.
Mortalidad infantil
La tasa de mortalidad infantil es un indicador fundamental del estado de salud de la población. Cabe aclarar que la mortalidad en la provincia se estudia todos los años, y cada tres años se realiza un análisis en profundidad de todo ese período para determinar la tendencia de la serie. La mortalidad infantil tiene una dimensión social especial, por lo que el trabajo en el territorio fue fundamental para lograr disminuir los indicadores.
Del mismo modo, la mortalidad posneonatal también ha venido descendiendo, al igual que lo hizo la mortalidad neonata, gracias a las maternidades seguras.
Algunas políticas implementadas que lograron bajar la mortalidad infantil fueron:
Control prenatal precoz, oportuno y adecuado.
Detección y derivación oportuna de alto riesgo.
Regionalización y categorización.
Atención de todos los nacimientos en maternidades seguras (CONE: condiciones obstétricas y neonatales esenciales).
Atención de los niños menores de 1.500 g en maternidades 3B.
Inmunización de grupos de riesgo contra VSR (virus sincitial respiratorio).
Continuidad de cuidados desde la maternidad hasta atención primaria de la salud (alta conjunta).
Lactancia materna.
Plan Provincial de Primera Infancia: capacitaciones a docentes de SEOS (servicios educativos de origen social) y agentes sanitarios.
Asimismo, Mendoza es una de las primeras provincias del país en incorporar tecnología de punta que permite un testeo gratuito y rápido del virus papiloma humano, responsable del 99% de los cánceres de útero en mujeres, ya que en salud “todo tiene que ver con todo”.
Embarazo adolescente
La disminución histórica del embarazo adolescente en la provincia se debe a una política clara de salud que vincula a los jóvenes con el sistema de salud y su acceso.
Para bajar los índices, el Programa de Salud Sexual y Reproductiva se ha centrado en dos grandes ejes: el primero tiene que ver con la capacitación de los equipos de salud para lograr espacios receptivos de los adolescentes. El segundo tiene que ver con la búsqueda activa a los jóvenes en el territorio o la escuela.
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