El nuevo plazo será la fecha que en un principio se pensaba aplicar, pero que por cuestiones legales debieron acortar al 4 de agosto.
En el Gobierno, anoche, la decisión estaba tomada. Se decidió extender la negociación de la deuda con bonistas. El dato central es que la fecha límite, del 28 de agosto, siempre fue la fecha definitiva, pero que por cuestiones legales debieron acortar ese plazo al 4 de agosto. Ahora, con muchos de los acuerdos sin cerrar, los negociadores del Gobierno estimaban a última hora de ayer que sería necesaria una última ronda de conversaciones. A eso se agregaba otro detalle relevante: en el mensaje del ministro Guzmán a los acreedores, se sostuvo que la oferta registrada era la última, que no iba a tenerse otra enmienda, por ende la apuesta del Gobierno es llegar al 4 de septiembre con los nuevos títulos registrados en la SEC, y para eso el 28-A es el límite.
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Ayer, en medio de la charla con el Atlantic Council, el ministro Guzmán pareció decidido a presionar a los bonistas con la idea de que Argentina debe sentarse pronto con el FMI, pero lo cierto es que esa negociación depende más del Fondo que de la determinación del Palacio de Hacienda. Y el FMI sabe que es preferible, primero, dejar que la negociación con los bonistas llegue a algún puerto, sea esto un acuerdo parcial o total con los acreedores. Metafóricamente hablando, como dicen en el Fondo, un villano por vez.
Al FMI le conviene que Argentina cierre un buen acuerdo. Esto es, que el compromiso que asuma Alberto Fernández sea sustentable, es decir, que se pueda pagar. La razón es que, cuanto mejor negocie argentina, más capacidad tendrá luego para comprometer recursos en el repago al FMI, que lo único que busca es no quedar pedaleando en el vacío, y que querrá llevarse algo concreto (y cumplible) de regreso a Washington. De no hacerlo, corre riesgo la reputación del FMI (muy cascoteada en los últimos años) en un contexto donde el organismo ha tomado cierta resignificación a partir de la pandemia, y donde muchos países le piden recursos que el FMI no tiene (buena parte de esos fondos se los prestó a la Argentina, por eso quiere recuperarlos pronto). EL FMI sabe que la fecha límite que tiene para negociar con la Argentina es en enero próximo, ya que la Argentina necesita tener el nuevo acuerdo con el Fondo cerrado antes que venza el pago con el Club de París a fines de mayo de 2021.
Pero además, existe otra traba por la cual Argentina aún no puede sentarse a negociar con el Fondo: debe primero Guzmán enviar el proyecto de Presupuesto 2021, ya que una señal inversa sería tomada como desprolija, con una negociación abierta con acreedores y en conversaciones con el FMI… Es decir, Argentina necesita primero saber qué, cuándo y cómo va a pagarle a los acreedores antes de fijar prioridades en el presupuesto. Y a partir de allí, ver cómo comenzará a pagarle al FMI en los años venideros.
Fuente Ámbito
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