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Un nuevo ciclo en Uruguay: Orsi asume con obstáculos políticos y económicos

El mandatario asume sin mayoría parlamentaria y con divisiones en el Frente Amplio, mientras enfrenta retos fiscales y económicos clave.

 

Redacción
01/03/2025 15:28

El nuevo jefe de Estado uruguayo inicia su mandato sin contar con mayoría parlamentaria y con divergencias dentro del Frente Amplio, la coalición de izquierda que regresa al poder tras cinco años.

“Estuve en su primer casamiento. Le tengo mucha confianza. Ojalá que la vida lo acompañe”, declaró José Mujica en 2018, cuando el Frente Amplio comenzaba a evaluar a sus posibles candidatos para las elecciones de 2019. "Es un buen candidato", añadió el exmandatario, una figura clave dentro de la coalición de izquierda y del Movimiento de Participación Popular (MPP), espacio al que pertenece Yamandú Orsi, el presidente que asume el 1° de marzo.

Sin embargo, el camino de Orsi hacia la presidencia tomaría seis años más. A pesar del respaldo de Mujica, en aquel momento el dirigente optó por no postularse, dejando el terreno abierto para la contienda con Luis Lacalle Pou, quien este sábado le cederá la banda presidencial. En 2018, Orsi rechazó la posibilidad, afirmando en una entrevista con El Observador: "La vida después te empuja, pero hoy la descarto".

Su decisión generó controversia dentro del MPP. Aunque contaba con el respaldo de Mujica, el dirigente prefirió continuar al frente de la Intendencia de Canelones, su "zona de confort", por cinco años más. Desde esa posición, fue consolidando su imagen para una eventual candidatura presidencial.

Durante la administración de Luis Lacalle Pou, Orsi, un profesor de historia e hijo de comerciantes, fue fortaleciendo su perfil político. Su nombre emergió como una opción natural dentro del Frente Amplio, y las encuestas lo posicionaban como favorito en la interna. Paralelamente, su popularidad creció, compartiendo protagonismo con Lacalle Pou y José Mujica en los sondeos de opinión.

Un gobierno sin mayoría parlamentaria

Orsi se impuso sin dificultades en la interna del Frente Amplio y, de cara a las elecciones presidenciales de octubre, mantuvo un perfil discreto, con escasas apariciones en medios nacionales. Para triunfar en primera vuelta, necesitaba alcanzar el 50% de los votos, pero los resultados sorprendieron: la izquierda obtuvo el 44% de los sufragios.

La suma de los partidos del oficialismo superaba ampliamente ese porcentaje, y las encuestadoras anticipaban una segunda vuelta reñida en noviembre. Además, aunque el Frente Amplio logró la mayoría en el Senado, no consiguió el control de la Cámara de Diputados.

Las proyecciones auguraban una noche electoral tensa en el balotaje, pero a las 20:30 del 24 de noviembre, el panorama ya estaba definido: Yamandú Orsi era el presidente electo de Uruguay y comenzaba a delinear su equipo de gobierno.

Los resultados dejaron un Parlamento dividido. El Frente Amplio obtuvo la mayoría en el Senado (16 senadores más la vicepresidenta), pero en Diputados se quedó con 48 bancas, cuando necesita 50 para aprobar sus proyectos. Esto obliga a Orsi a negociar para hacer avanzar su agenda legislativa.

En este escenario, dos partidos con dos bancas cada uno podrían inclinar la balanza. Uno es Cabildo Abierto, que, aunque formó parte de la coalición de gobierno, mantuvo una postura crítica y en ocasiones disidente. El otro es Identidad Soberana, liderado por Gustavo Salle, una figura con un discurso marcadamente opositor al sistema político tradicional, similar a la narrativa "anticasta" en versión uruguaya.

Antes del balotaje, Orsi anticipó en una entrevista en Campaña del Miedo que buscaría acuerdos con el Partido Colorado en materia educativa, mientras que en seguridad se apoyaría en Sergio Perrone, de Cabildo Abierto, con quien compartió gestión en Canelones.

Desafíos económicos

El regreso de la izquierda al poder no generó sobresaltos en los mercados. El riesgo país se mantuvo estable, al igual que la cotización de los bonos soberanos. Si bien el dólar subió, la situación respondió a la fortaleza global de la moneda estadounidense y pronto volvió a estabilizarse.

La designación de Gabriel Oddone como ministro de Economía fue interpretada como una señal de continuidad y estabilidad. Economista de orientación progresista, pero con buen vínculo con el sector empresarial, su nombramiento brinda tranquilidad a los mercados y agencias calificadoras.

Aun así, los desafíos económicos son significativos. Fitch Ratings advirtió que el país enfrenta “restricciones fiscales”. "Reducir el déficit será complicado, dado que el presupuesto está dominado por programas sociales que Orsi busca fortalecer", señala el informe. Además, al final de la campaña, el presidente electo descartó aumentar impuestos, lo que podría dificultar la generación de nuevos ingresos.

El crecimiento económico también es un reto. Desde 2019, Uruguay ha crecido un 1,2% anual en promedio, por debajo del 2,4% de la región. Orsi se comprometió a impulsar el crecimiento, pero según Fitch, aún no ha presentado reformas concretas para enfrentar los altos costos de producción, la limitada apertura comercial y otros factores que afectan la inversión.

Tensiones dentro del Frente Amplio

Las negociaciones no se limitarán al Parlamento, sino también al interior del Frente Amplio, compuesto por sectores de tendencia socialdemócrata y otros más radicales. La elección de Oddone generó resistencia dentro del espacio.

Juan Castillo, secretario general del Partido Comunista y futuro ministro de Trabajo, declaró a Búsqueda que el economista no era "la persona adecuada para llevar adelante el programa de la izquierda". Por su parte, Constanza Moreira, referente de un sector más radical del Frente, afirmó en La Diaria que Oddone representa “al gran empresariado”.

La discusión más reciente gira en torno a la modernización de la negociación colectiva y la posibilidad de que ciertos aumentos salariales no estén indexados a la inflación. En una entrevista en En Perspectiva, Oddone propuso analizar alternativas en un "programa piloto". Sin embargo, Alejandro Sánchez, futuro secretario de la Presidencia, lo cuestionó y aseguró que no comparte la idea de desindexar los salarios.

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