Rusia prohibirá a partir del 1 de febrero de 2023 la venta de su petróleo a los países que apliquen el tope a los precios del crudo ruso, fijado a principios de diciembre en 60 dólares el barril por la Unión Europea (UE), el G7 y Australia, como respuesta a la invasión rusa de Ucrania.
"El suministro de petróleo y de productos petroleros rusos a entidades jurídicas extranjeras y otros particulares está prohibido" si estas implementan el tope a los precios, informó el presidente ruso, Vladimir Putin, en un decreto firmado esta mañana, informó la agencia de noticias AFP.
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El decreto, que estará en vigor entre el 1 de febrero y el 1 de julio, establece que la prohibición podrá no aplicarse en casos individuales en virtud de "decisiones especiales" de la Presidencia.
Este anuncio se produce luego de que la semana pasada Rusia advirtiera que podría reducir la producción de petróleo en un rango de 500.000 a 700.000 barriles diarios a principios del año próximo, en respuesta al precio tope para su compra, lo que implicaría una reducción de entre 5% y 6% de su actual producción.
Si bien el vice primer ministro ruso, Alexander Novak afirmó que, en dicho rango, el recorte sería “insignificante”, el mismo podría agregarle más presión al mercado petrolero, en momentos en donde, según los analistas, es inminente un repunte de la demanda de China de la mano del levantamiento de sus restricciones sanitarias y de movilidad.
Rusia aseguró que el tope de precios no afectará a su campaña militar en Ucrania y se mostró confiada en encontrar nuevos compradores.
A principios de diciembre, la UE, el G7 y Australia impusieron un tope de 60 dólares al barril de crudo ruso transportado por vía marítima, un techo que se revisará cada dos meses y que no rige para el que llega por oleoducto a Hungría, República Checa y Eslovaquia.
Respecto al enviado por mar, se prohíbe además a las empresas proveer servicios cuando la carga no cumple el tope impuesto: esto incluye a las firmas aseguradoras que contratan los buques cisterna ante la posibilidad de un accidente y que en su gran mayoría (cerca de un 90%) están radicadas en países del G7, sobre todo de Europa.
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Asimismo, entre otras medidas, el 5 de febrero entrará en vigor un tope adicional para los productos derivados (gasoil, nafta y fueloil).
El límite está fijado de forma que Moscú no pueda eludir el embargo vendiendo su petróleo a terceros países a un precio más elevado.
El precio del crudo de los Urales, el que exporta Rusia, está actualmente en 53 dólares el barril, por debajo del tope de 60 dólares impuesto, debido a los descuentos ofrecidos por el Kremlin a medida que las sanciones en su contra dificultan cada vez más el comercio.
La UE era antes de la guerra el principal cliente de Rusia y solamente en 2021 le compró unos 75.000 millones de dólares en petróleo y productos derivados: el bloque espera que las sanciones tengan como resultado una reducción del 90% de esas importaciones.
De acuerdo a la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la producción rusa caerá 1,4 millones de barriles diarios el próximo año tras las medidas impuestas por las potencias occidentales.
Rusia es el segundo mayor exportador mundial de crudo y una caída en su oferta podría tener consecuencias globales, en un contexto especialmente inestable por la crisis energética, la preocupación sobre la demanda ante el fantasma de una recesión y la polarización geopolítica que generó la guerra en Ucrania.
La producción del crudo está cartelizada por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+) que decide la oferta para manejar los montos de venta, que se sitúan ahora entre los 71 y los 76 dólares por barril, lejos de sus máximos de más de 130 dólares alcanzados en marzo tras el inicio de la invasión.
Esa organización, liderada por Arabia Saudita, y sus 10 aliados, encabezados por Rusia, acordaron a principio de este mes mantener la tendencia actual de producir 2 millones de barriles diarios hasta finales de 2023, pero los precios están en caída y no se descarta que tomen medidas ante el escenario que se abre por las nuevas sanciones contra el Kremlin.
Por otro lado, este techo impuesto por las potencias occidentales no es visto con buenos ojos por el cartel, al marcar un antecedente que le resta poder.