María tiene 16 años y vive en la ciudad de Kryvyi Rih, en la región ucraniana de Dnipro. Una zona gravemente afectada por la guerra, donde el ulular de las sirenas y los ataques aéreos forman parte de la vida cotidiana desde hace dos años. "Tenemos ataques aéreos entre dos y diez veces al día. Cada uno puede durar entre 30 minutos y cuatro horas. Nunca sabes con qué frecuencia y cuánto tiempo tienes que estar en el refugio antiaéreo".
Desde que empezó la guerra, en lugar de ir a la escuela, los niños de las zonas del frente ucraniano han pasado hasta 5.000 horas, el equivalente a unos siete meses, en refugios antiaéreos. Así lo indica un análisis de la organización de ayuda a la infancia de la ONU, Unicef.
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En las zonas de primera línea del frente, las clases se imparten casi exclusivamente en línea. Esto supone un problema cuando se va la luz y, con ella, Internet. Muchos niños pequeños, dice María, nunca han visto el interior de una escuela y nunca han conocido a sus profesores.
El futuro de una generación amenazado
Esta joven de 16 años vino a Berlín con la ayuda de Unicef, para hablar de su vida cotidiana, con motivo del segundo aniversario del ataque ruso a Ucrania. Habla de ataques con cohetes y bombardeos, explosiones, fuego y destrucción, tanques frente a sus ventanas.
El novio de María se fue de Ucrania, al igual que la mayoría de sus compañeros de clase, amigos y familiares. Los que se quedaron tienen que vivir con la guerra. Esto es especialmente difícil para los niños y los jóvenes, dice Mustapha Ben Messaoud, jefe de los programas de ayuda de emergencia de Unicef en Ucrania. "Esta guerra no tiene que ver con números o estadísticas, es una crisis que golpea el corazón de la infancia y amenaza el futuro de toda una generación".
Según Unicef, se calcula que 1,5 millones de niños ucranianos corren el riesgo de sufrir depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y otros problemas de salud mental. "Muchos niños han vivido acontecimientos traumáticos como la violencia y la pérdida de familiares o de su hogar", afirma Mustapha Ben Messaoud.Pocas oportunidades de aprender
Más de 3.800 escuelas han sido dañadas o destruidas. "Para muchos, el aula fue una vez un lugar de esperanza y oportunidades. Pero, ahora, es un recordatorio de la destrucción causada por la guerra". Por no mencionar el hecho de que muchos niños no pueden asistir a la escuela con regularidad, debido a los constantes problemas de seguridad. Otros luchan por concentrarse y aprender ante el caos y la incertidumbre que les rodea.
Unicef trabaja en Ucrania con numerosos proyectos y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) alemán. Alemania ha aportado 28.000 millones de euros a Ucrania desde el comienzo de la guerra. La mayor parte del dinero se destina a Defensa; pero 1.300 millones de euros se han proporcionado para ayuda humanitaria a través del BMZ. "Si Ucrania quiere seguir siendo fuerte, necesita algo más que armas", subraya la ministra Svenja Schulze (SPD).
Planes de ayuda hasta 2026
El apoyo a niños y jóvenes también es importante para la capacidad de resistencia de Ucrania, insiste la ministra. Según Unicef, la organización de ayuda a la infancia ha contribuido a que 1,3 millones de niños tengan oportunidades de aprendizaje y 2,5 millones de niños y cuidadores reciban apoyo psicosocial en 2023. En el marco de la ayuda humanitaria, 5,5 millones de personas habrían tenido acceso a agua potable y unos cinco millones a asistencia sanitaria.
Para Svenja Schulze, es importante empezar a pensar ya en la reconstrucción de todo el país. Para ello, se necesita a la generación joven, que reconstruirá Ucrania "como un país libre y europeo", confía, tras completar su educación y formación.