1 de agosto el Instituto Balseiro celebró sus 66 años de vida, una historia de formación universitaria en ingeniería y física. Actualmente se ingresa a sus cuatro carreras de grado luego de un proceso de admisión, que incluye un examen escrito y una entrevista personal, y se realiza en el equivalente a tercer año, ya que es requisito haber cursado determinadas materias en otras casas de estudios.
Allí estudiantes reciben becas completas del Estado Nacional, a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) para completar sus estudios. Además, se ofrece un abanico de carreras de posgrado que incluye: una especialización, tres maestrías y tres doctorados, también en distintos campos de la física y la ingeniería. En este caso, las becas pueden ser de la CNEA o de otras instituciones, como del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Hoy en un contexto marcado por el COVID-19 el Instituto se encuentra renovado con clases, exámenes y muchas otras actividades en modalidad virtual. Como así también materias experimentales se dictan en laboratorios del Balseiro y del Centro Atómico Bariloche bajo protocolos de seguridad, con barbijos, distancia y ventilación cruzada, entre otras medidas para enfrentar la pandemia, a la par de lo que ocurre en numerosas instituciones de formación universitaria.
“Este nuevo aniversario nos encuentra en plena pandemia con el Instituto funcionando al día gracias a un esfuerzo muy grande de docentes, personal de apoyo, personal de gestión y estudiantes. La CNEA y la UNCUYO nos han apoyado muchísimo para lograrlo y este trabajo en equipo ha permitido que los estudiantes pudieran completar sus estudios y que ingresaran nuevos estudiantes. El Instituto está en marcha”, dijo el director del Balseiro, Mariano Cantero.
Asimismo celebró el poder continuar con la misión de formar recursos humanos y generar conocimiento para el desarrollo del país. “Quisiera destacar que el Instituto es parte de una universidad pública, la UNCUYO, y de una institución de investigación, desarrollo e innovación pública, la CNEA, que es posiblemente la fábrica de tecnología más importante que tiene Argentina”, señaló.
Destacó, a su vez, que el funcionamiento de las instituciones públicas como UNCUYO y CNEA es posible gracias a todo el aporte de la sociedad, que está convencida que para lograr el desarrollo y el bienestar del país es crucial educar a sus generaciones más jóvenes. “Tenemos un sistema de educación pública que hay que cuidar. El derecho a una educación pública va de la mano con el deber que tenemos de cuidarla y aportar para que se mantenga y mejore. Cada uno de nosotros debe trabajar comprometidamente con el desarrollo del país para que las generaciones que nos siguen tengan mejores oportunidades de las que tuvimos nosotros”, sintetizó.
Por último remarcó la necesidad de cuidar y aportar al sistema de ciencia y tecnología del país como base del desarrollo. “Es muy importante también asegurar que las futuras generaciones reciban un sistema de investigación, desarrollo y tecnología muy sólido y que logre impactar directamente en el sector socio-productivo del país”.
Historia
El 1 de agosto marca el homenaje al inicio de clases en esta institución dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo. Es el segundo aniversario de su establecimiento que se celebra cada año. El primero tiene lugar cada 22 de abril de 1955, cuando las autoridades de la CNEA y la UNCUYO firmaron el convenio de creación del entonces “Instituto de Física de Bariloche”.
Su primer director, José Antonio Balseiro, fue un físico cordobés nacido en 1919. Desde aquel primer día de clases hasta el año de su fallecimiento, en 1962, fue también uno de los docentes del Instituto. Se decidió cambiar su nombre para realizarle un homenaje ese mismo año, y en 1977 finalmente quedó el nombre “Instituto Balseiro”.
Otro físico, que había sido profesor de Balseiro, el mendocino Enrique Gaviola, también tuvo un rol protagónico en la propuesta ante la CNEA y la UNCUYO de crear una novedosa institución de educación pública para formar profesionales de física. Si bien no participó en concretar finalmente el convenio de creación, años más tarde viajó a Bariloche para ayudar a dar clases en el Balseiro y sacar adelante el proyecto.
No es un dato menor que José Antonio Balseiro había presidido la comisión fiscalizadora que informó sobre la falta de evidencias de logros en un proyecto de fusión nuclear dirigido por el físico austríaco Ronald Richter. Ese proyecto, que había sido desarrollado en la Isla Huemul, una de las islas del lago Nahuel Huapi, frente a la ciudad de San Carlos de Bariloche, fue desmantelado poco después.
En ese contexto, Balseiro logró argumentar por qué era crucial formar recursos humanos de excelencia en temas de física nuclear en Argentina. Incluso organizó escuelas de verano en Bariloche antes de la creación del Instituto. Así fue como parte de la infraestructura y del equipamiento que habían sido adquiridos para el proyecto de la Isla Huemul se aprovecharon en el nuevo proyecto. Balseiro incluso ideó y dio origen a nuevos laboratorios de investigación científica en lo que hoy es el Centro Atómico Bariloche.
En los hechos, y desde sus inicios, el Instituto Balseiro está amalgamado a los laboratorios del Centro Atómico Bariloche, que en el presente funcionan dentro de las distintas gerencias de la CNEA. En cada edificio hay equipos e instrumentos de alta tecnología de distintos campos. Física, Ingeniería nuclear, Investigación Aplicada, Ciclo del combustible nuclear y Química son las áreas de más de 40 laboratorios o grupos, que se pueden consultar en: www.argentina.gob.ar/cnea/cab/laboratorios-e-instalaciones
Los docentes del Balseiro siempre han sido investigadores y/o tecnólogos en actividad, de la CNEA y también de otras instituciones, como el CONICET o INVAP. Dedican su tiempo a enseñar en gran parte lo que ellos mismos investigan o desarrollan en sus laboratorios o grupos de I+D.
Una novedad, que se suma al amplio repertorio de áreas de I+D, es que se está avanzando en la creación de un nuevo proyecto dentro del Balseiro: el Laboratorio de Ingeniería Innovadora Integrada (LabIn3). En el mismo se buscará diseñar e implementar soluciones interdisciplinarias de problemas y requerimientos sociales.
Todo esto ocurre en un campus que funciona como “una pequeña ciudad de ciencia y tecnología”, que incluye instalaciones que complementan y enriquecen el ambiente académico y de I+D del Instituto Balseiro y del Centro Atómico Bariloche. La biblioteca “Leo Falicov”, el reactor escuela RA-6, el comedor, el gimnasio y parques con árboles y plantas que tienen como fondo los cerros, lagos y ríos de Bariloche son algunos de los edificios que uno puede ver al caminar por este lugar.
Carreras
Las primeras estuvieron enfocadas en la física: la tradicional Licenciatura en Física y el Doctorado en Física. La primera promoción, que había iniciado su cursada en 1955 con 15 estudiantes y ocho docentes, se recibió en 1958. A partir de la década de 1970, se fueron sumando carreras de ingeniería. De hecho, en 1977 se creó la carrera de Ingeniería Nuclear, algo totalmente novedoso en América latina en esa época. Y en 1981 se sumó el Doctorado en Ingeniería Nuclear.
En las siguientes décadas se sumarían las demás carreras que hoy forman parte de su oferta académica. En 1995, en el Balseiro se creó, junto a la Universidad de Buenos Aires, la carrera de Especialización en Aplicaciones Tecnológicas de la Energía Nuclear (CEATEN); y en 1997, se creó el Doctorado en Ciencias de la Ingeniería.
En la primera década del nuevo siglo se sumaron cuatro carreras en esta institución: la Maestría en Ciencias Físicas y la carrera de grado de Ingeniería Mecánica, en 2002; la Maestría en Física Médica, en 2003; y la Maestría en Ingeniería, en 2007. Su carrera más nueva, Ingeniería en Telecomunicaciones, iniciaría entre 2012 y 2013.
Actualmente el Instituto cuenta con 2701 egresados de sus once carreras. En sus cuatro carreras de grado, suma 1338 profesionales egresados y egresadas: 761 de la Licenciatura en Física, 420 de Ingeniería Nuclear, 128 de Ingeniería Mecánica y 29 de Ingeniería en Telecomunicaciones.
En sus siete carreras de posgrado, suma 1.363 profesionales: 238 de la CEATEN, 550 de maestrías (264 de la Maestría en Ciencias Físicas; 151 de la Maestría en Física Médica y 135 de la Maestría en Ingeniería) y 575 de Doctorados (456 del Doctorado en Física, 80 del Doctorado en Ciencias de la Ingeniería y 39 del Doctorado en Ingeniería Nuclear).
Debido a la pandemia, y para poder respetar los protocolos de seguridad en clases presenciales, hoy la cantidad de estudiantes es menor que en años anteriores. La matrícula del segundo semestre de 2021 se compone de 402 estudiantes: 112 en sus cuatro carreras de grado; y 290 en sus siete carreras de posgrado.
Además de las clases, el Balseiro ofrece muchas actividades de extensión y cultura científica, de bienestar de su alumnado y plantel docente y no docente, y de vinculación e innovación. Por ejemplo, a mediados de 2021 se abren las convocatorias de un concurso nacional de monografías, para estudiantes de último año de nivel secundario, y del concurso de planes de negocio de base tecnológica IB50K. También habrá pronto llamados a inscripción en Escuelas de formación de posgrado, como las Becas de verano o las Escuelas Balseiro en distintas temáticas.