La desprolijidad, lamentablemente, se ha tornado habitual en las carreras de la ACM. La falta de seguridad para los corredores, los permanentes cambios de recorrido, el atraso en los pagos para los ciclistas que ganan, con mucho esfuerzo, un premio minúsculo en lo económico y la no entrega de trofeos en algunos casos, son cosas que tienen muy descontento a los integrantes de la Serpiente Pedalera.
Nadie se queja porque todo este cúmulo de cosas mal hechas se han tornado normales (sí, como lee) y todos acatan. Pero todo tiene un tope, un límite.
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Hace años que las cosas se están haciendo de manera pésima. Desde la elección efectuada un día de los Inocentes (28 de diciembre) con un minúsculo número de clubes que avalan un nuevo periodo a la lista oficialista que realizó la asamblea entre gallos y medianoche y que, aparentemente, pretende enquistarse en el poder.
Pero ocupémonos de la no entrega del trofeo del tercer lugar al ciclista Emanuel Martínez, corredor de la Municipalidad de Las Heras y protagonista enconado del certamen. El Antílope de El Algarrobal se fue con pena a casa tras la competencia porque se fue sin su trofeo luego una polémica resolución de la clasificación.
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Todo se improvisa y esto ha tenido costos altísimos que no queremos ahondar y que se están investigando. La idea de dar a conocer esto es para que las cosas mejoren, ya no se puede seguir así. Un deporte que ni aforo tiene. No hay garantías de higiene siquiera en momentos de pandemia.
Alejandro Corvalán, corredor de la Municipalidad de Guaymallén y líder del campeonato mendocino de resistencia, se fue a casa sin cobrar (le pagaron por la tarde del mismo día por Mercado Pago) y eso tampoco va. Hay una falta de respeto absoluta para con el ciclista. Son detalles que deben corregirse de manera urgente.
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La suerte está del lado de la conducción. Lo que no está de su lado es la organización, la decencia y la inteligencia que sigue menospreciando al verdadero protagonista del deporte que en este caso es el ciclista.