La doctora Gabriela Águila, historiadora e investigadora del Conicet, presentó en el auditorio "Ventura Pérez", de "La Bancaria", su libro "Historia de la última dictadura militar 1976-1983", un trabajo de investigación que estudia a fondo ese período tan traumático en la historia de la Argentina.
Allí pudimos entrevistarla, mientras la sala se iba colmando de un público ávido por conocer detalles acerca de esta obra referencial en la materia.
La doctora Laura Rodríguez Agüero y el fiscal federal Dante Vega participaron de la presentación de este libro junto a miembros de Cultura en la entidad bancaria.
- ¿Cómo caracterizarías a tu obra y por qué te decidiste a publicarlo en un libro?
- Es el resultado de muchos años de investigación histórica y el objetivo del libro era hacer una obra que diera cuenta de los avances, los resultados y la renovación de los estudios sobre la última dictadura que se ha producido, sobre todo en estos últimos quince años. Es un dato importante a tener en cuenta, porque sabemos mucho más en estos últimos quince años de lo que se sabía de esta última dictadura que en el período previo.
-¿Y cuál fue la idea base que te llevó a hacer esta investigación?
- La de ofrecer un trabajo que planteara una mirada panorámica sobre el período, que fuera actualizada, sintética y con un formato de presentación que también me parecía importante.
- ¿Va dirigida a un sector determinado de público o está enfocada con otra visión menos academicista?
- El sentido de la colección de Siglo XXI en la que está publicada es que sea accesible a públicos más amplios. Que no fuera un libro destinado exclusivamente a especialistas, porque eso es lo que hacemos quienes nos dedicamos profesionalmente a la investigación en el Conicet, en las universidades, etcétera. Aquí se buscó que pudiera ser leído por quien estuviera interesado o familiarizado respecto de ese período tan central y controversial de la historia reciente argentina.
- A veces ha pasado que hay obras con un lenguaje academicista que permite convertirlo en aprendizaje luego de ser procesado y asimilado, pero deja afuera a otro sector más amplio, por lo cual es gravitante el hecho de que sea un lenguaje más ameno y accesible.
- Sí, ahora hay una corriente muy importante en el campo de la historia y las ciencias sociales, en general, pero también de las llamadas “ciencias duras”, que tiene que ver con la divulgación. No solamente los influencer en las redes o la elaboración de podcast, sino gente especialista que, sin perder el rigor científico o académico, puede traducir los resultados de una investigación a públicos más amplios.
- Una búsqueda para que sea más abierto y menos cerrado a solamente círculos de especialistas, entonces...
- Sí, eso es importante porque hace que esa producción de conocimiento se aplique en todos los campos del saber – en mi caso particular, del campo de la historia o de las ciencias sociales- y que llegue a quien está interesado. Ahí y así influye mucho el interés de quien va a buscar ese tipo de producciones.
- ¿Con qué se va a encontrar quien acceda a tu libro?
- Y, primero que este es un libro en papel. Hay mucho acceso a material digitalizado, revistas electrónicas, podcast, etc, pero el libro tiene otra cosa. Yo creo que es importante seguir sosteniendo la publicación de libros, siempre. Tener un libro en la mano no es lo mismo que escuchar un podcast o ver un reel corto en las redes sociales. Es uno de los modos tradicionales, pero que es posible a través de la renovación de las perspectivas de los lenguajes acercarse a gente interesada que está más allá de los especialistas o los académicos o de quienes nos dedicamos a esto.
¿En qué momento de tu carrera te decidiste a tomar este tema como objeto de tu investigación?
- Empecé a estudiar la Dictadura hace más de veinte años cuando estaba en el proceso de hacer mi doctorado. Había pensado en hacer otro tema y fue como a fines de los 90s y principios de los 2000 donde lo definí. Este es un momento en que hay como un interés renovado por profundizar el estudio sobre la Dictadura.
- ¿A qué lo atribuís?
- Quizás al impacto que tuvo la crisis del 2001, que trataba de explicar lo que estaba sucediendo en ese momento vinculándolo con lo que había acontecido durante la última Dictadura. Hay momentos que tienen que ver mucho con las épocas, con los contextos en donde la relación pasado presente aparece como más transparente, más visible, más evidente. Y sabíamos muy poco sobre la Dictadura. Yo vivo en Rosario, prácticamente no había nada escrito sobre la Dictadura en Rosario. Solo algunas cosas de investigación periodística con otros objetivos distintos de la investigación académica.
-¿Cuál fue el método empleado para esta investigación?
- Mucho trabajo como material de archivo y todo lo demás, que es lo que hacemos los historiadores. A mí me parecía que había que llenar este bache, por decirlo así. Ahí había algo para decir sobre un período muy importante sobre el que teníamos conocimientos muy fragmentarios…y me puse a estudiar sobre eso. Es más, hice mi tesis doctoral sobre eso, la Dictadura en Rosario. Seguí trabajando sobre la represión, el accionar represivo, policiales en el área, etcétera y hace muchos años que trabajé sobre estos temas.
- ¿Buscaste no solo recopilar información, sino también procesarla y avanzar en una investigación profunda?
- Es que resultaba necesario porque era fundamental establecer líneas de investigación acerca de la relación entre Dictadura y Sociedad, como también la historia local, pero también pensar en la historia de la violencia y la dictadura estatal en otras escalas y contextos. Bueno, hace mucho que trabajo sobre esto y no dejo de hacerlo. Cada tanto dejo el tema y estoy un poco agotada, porque cuando uno está tanto tiempo trabajando sobre un tema, es un tema complejo…y se puede estar atravesada por situaciones, humanamente, pero siempre me parece que hay algo más para decir. Algo que vale la pena seguir repensando, reflexionando, estudiando y profundizando. Por lo menos yo sigo trabajando sobre esta cuestión.
- Si tuvieras que reflexionar sobre el momento que vivimos hoy, ¿qué es lo primero que se te ocurre y por qué?
- Lo primero que se me ocurre es la preocupación. Estamos viviendo un tiempo histórico muy complicado, muy terrible, muy deshumanizado con este ascenso de las llamadas nuevas derechas en términos políticos, sociales, ideológicos y culturales. Tiempos de arrasar con derechos, conquistas…en fin, también con el trabajo realizado durante años o décadas, por colectivos, organizaciones, etcétera, y eso tiene un costo enorme, más allá de los efectos de las políticas económicas…que las padecemos todos, ¿no?
- En lo específico, ¿cómo ves el papel que juega la Universidad en estos momentos?
- Es un sector que, en este momento, está sufriendo mucho las políticas de ajuste. De hecho hay y hubo paros y huelgas en la universidad de docentes, no docentes...y esto se registra con las nuevas marchas universitarias que van sumando cantidades de gente como desde la primera.
- ¿Y dónde situás el modo de enfrentar hoy a esta situación?
- Yo creo que estamos en un momento de resistir y estamos en un momento de tratar de poner un freno a lo que está sucediendo. Estamos en un momento de reflexión porque tenemos que tratar de entender esto que está pasando, que es muy novedoso…y siempre resulta, para los que investigamos y trabajamos en el campo de las ciencias sociales, algo muy desafiante porque no nos dedicamos a los temas que trabajamos tradicionalmente. Además uno se siente obligado a pensar, a analizar y a reflexionar el momento por el cual estamos pasando…y entonces lo llamamos "malos tiempos", ponele.