Abel tiene 32 años y hace tres su vida cambió por completo. Decidió sacar una mesa de plástico a la vereda de su casa de Wilde y se puso a vender diez paquetes de galletitas pepas. “Trabajaba en un mayorista y los ‘buscas’ iban y revendían. Yo hice lo mismo durante un tiempo hasta que empecé a tener problemas con otros vendedores ambulantes y mi mamá me sugirió que le vendiera a la gente del barrio y así empezó todo”, cuenta Abel Miño.
Con la ayuda de mayoristas y distribuidores amigos y trabajando más de 16 horas por día, lo que comenzó como un negocio itinerante, pasó a ser un comercio en el garage de su casa: “Durante los primeros tiempos no teníamos capital ni mercadería. Era ir a los hipermercados con un changuito y buscar ofertas. Compraba seis paquetes, los vendía y con esa plata corría a comprar más. Fue un año más o menos en el que tuve que changuear todos los días”.
Abel repite que la clave para seguir vendiendo - con el volumen en que lo hace- está en los precios. “Son imbatibles. Cuando me dan un producto para vender las distribuidoras, yo sé que lo tenemos que tener más bajo que el hipermercado. De esta manera, le damos a los vecinos la posibilidad de comprar a precio mayorista en un producto, pueden ahorrar y los que quieran revender”.
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“Me ha pasado con el azúcar, por ejemplo. Los clientes me venían pidiendo este producto. Por cada kilo que vendí, me quedó por la venta 35 pesos que en el volumen se ve la diferencia. “En el supermercado el kilo de azúcar está entre $1100, $1200 pesos el kilo. Nosotros lo vendimos a 750 pesos. Descargamos en la puerta de casa seis mil kilos de azúcar y lo vendimos en 2 días”.
Una de las características del negocio que comenzó Abel es que avisa sobre los productos a través de grupos cerrados de WhatsApp. “A mi mujer se le ocurrió que podíamos contactarnos con los clientes de esta manera y hoy estamos pensando en abrir un quinto grupo”.
“Cuando lanzamos una oferta, avisamos por mensaje de WhatsApp que tenemos por ejemplo 4800 latas de cerveza en la vereda. Los clientes saben que yo no guardo nada, entonces vienen y hacen cola hasta que se terminan”, ejemplifica.
El nombre de su emprendimiento tiene mucho que ver con el servicio que brinda a los vecinos y clientes. “Cuando empezamos a armar el proyecto con mi mujer, mi negocio se llamaba “El bombazo” y al quedar ella embarazada y coincidir con abrir el negocio en el garage de casa decidimos ponerle “El nuevo bombazo””.
El humor en TikTok
En los videos que Abel sube a las redes sociales en clave humor para compartir la alegría de cómo le va en el negocio y despuntar su costado humorista, siempre agradece a las personas que confían en él para darle la mercadería en concesión y a los clientes que le compran.
Ejemplos de “precios imbatibles” no le faltan durante la entrevista. La semana pasada vendió 400 packs de gaseosa y nuevamente el secreto, está en la diferencia de precios con los supermercados y almacenes de barrio: “La oferta de gaseosas fue un bombazo. Una botella de medio litro cuesta 500 pesos en cualquier lugar y nosotros lanzamos las 12 unidades a mil pesos”.
Al preguntarle sobre cómo seguirá el emprendimiento que no para de crecer, Abel detalla que tienen un galpón donde intentarán mudarse pronto. “Todo lo que gano se reinvierte. Acá hastmis hijos me ayudan a atender. Si cierro a las 8 de la noche, son las 11 y sigo entrando mercadería”.
Con respecto al compromiso que siente con los clientes, admite: “El amor de la gente es inmenso y acá estamos. Me necesitan y no puedo aflojar por ellos y por mí. Cuando trabajas para vos mismo y amas lo que hacés, no hay nada que te pueda parar porque solo hay un camino que es hacia adelante. Si te tropezás tenés que levantarte y seguir”