Se trata del partido más esperado del Grupo A y, probablemente, también entre los más importantes de la primera fecha. El sorteo lo había determinado y la cantidad de periodistas acreditados marca que el duelo entre senegaleses y neerlandeses contará con una nutrida presencia de acreditados por la FIFA que no pertenecen a ninguna de ambas nacionalidades. Sin embargo, la ausencia por lesión de Sadio Mané le quita el punto más atractivo no solamente para su equipo y sus compatriotas, sino también para los espectadores neutrales. De todos modos, calidad futbolística abunda en ambas selecciones y el pronóstico es incierto respecto de quien puede sobresalir entre ambos contendientes.
Senegal llega con estandarte en alto de haberse consagrado campeón de la pasada edición de la Copa África. Alguna vez, allá por los 90s, Carlos Bilardo dijo que “el día que los africanos crezcan en táctica, pueden ser sensación”. No es un dato menor: cada vez más futbolistas del continente más antiguo del mundo están poblando equipos de elite en el fútbol europeo. No solamente el ya citado Mané, que brilló en Liverpool como ahora lo hace en Bayern Munich, sino también en mediocampistas que le dan equilibrio al juego colectivo del equipo de Aliou Cissé, tales como Nampalys Mendy, Pathe Ciss y Gana Guegve y atacantes del calibre de Banmba Dieng e Iliman Ndiaye. La formación africana es muy fuerte en las transiciones y además demuestra buen pie como para manejar la posesión del balón y así marcar el ritmo del partido.
Con respecto a Países Bajos, u muy esperanzado Van Gaal preparó una formación muy potente para sostener el juego de ataque, al que apuntala con llegadas desde los laterales y también de cómo rompen líneas sus volantes para lanzarse en ataque con la determinación de un punta, pero sabiendo que detrás de ellos hay un sistema táctico que achica espacios y recupera ante una pérdida de pelota o un pase fallido.
Se viene un choque de estilos con dos adversarios que apuntan a crecer desde la segunda línea de candidatos.
Un partido, en definitiva, que pinta para transformarse en partidazo.
Ambos contrincantes tienen con qué.