Tras el duelo entre Países Bajos y Ecuador -empatado 1 a 1- acababa de finalizar la conferencia de prensa que Gustavo Alfaro había dado en el recinto preparado dentro del Khalifa International Stadium, cuando -repentinamente- ingresó su colega Louis Van Gaal y, delante de un grupo de periodistas argentinos, le dijo: “hoy, Ecuador fue mejor que nosotros”. Tras la frase, se dieron un abrazo y el tono admirativo del entrenador neerlandés se mantuvo durante su exposición – sobre todo, ante los enviados especiales de los medios de su país -. Y he aquí uno de los puntos medulares de este hecho: el seleccionado sudamericano dominó claramente a su rival europeo en cerca de tres cuartas partes del desarrollo de este juego correspondiente a la fase de grupos por la zona A.
Si bien a la otrora selección holandesa -tal como se la denominaba poco tiempo atrás- se la caracteriza como un bloque compacto entre líneas, al cual se le agregan tres o cuatro jugadores referenciales, lo cierto es que aquel partido frente a los ecuatorianos le marcó límites y le produjo no pocas zozobras. El DT argentino supo cómo variar a tiempo su sistema táctico y su línea de volantes trabajó no solamente en la contención sino también en la generación de un fútbol de pases cortos y triangulaciones, el cual le quitó ritmo a su rival y prácticamente le creó un dilema que no pudo resolver.
Para Argentina, tras lo complejo que resultaron los minutos finales en los octavos de final contra los australianos, llegó el momento de marcar presencia definida como uno de los candidatos a tener protagonismo en las instancias definitorias de esta Copa del Mundo.
Países Bajos, tras su victoria frente a Estados Unidos, producto de una superioridad manifiesta sobre su oponente, le dio tranquilidad el regreso de un jugador clave como Memphis Depay, quien le da una variante más en ofensiva a partir de su buen pie y de la capacidad para generar desequilibrio en el juego aéreo.
Si bien aún falta la confirmación de cómo se alineará la formación que se presente en el Lusail Stadium, lo cierto es que su DT mantiene su apuesta de arrancar con tres en línea defensiva para alternar con tres o cuatro volantes conforme se desarrolle la acción a enfrentar. Es esa transformación inmediata de un sistema 3-4-1-2 a otro de 4-3-2-1 para ganar en seguridad.
Atrás, la presencia de Matthijs de Ligt, Virgil van Dijk y Nathan Aké se combina con un mediocampo potente y de ida/vuelta con Cody Gakpo llegando al gol hasta como falso 9 y protegido por Denzel Dumfries, Steven Berghuis, Frenkie de Jong y Daley Blind. En tanto, Steven Bergwijn y Vincent Janssen trabajan en la transición defensa/ataque aportando presión alta como apoyo defensivo y también búsqueda del espacio libre para llegar armados hasta posiciones de definición.
El cuerpo técnico que comanda Lionel Scaloni habrá tomado las precauciones necesarias para enfrentar a un adversario que – entre otras motivaciones- va a buscar una revancha deportiva contra el oponente que le impidió ser finalista en Brasil 2014. En aquella recordada presentación en el Itaquerao, de San Pablo, Argentina logró clasificarse a la final luego de ganar en la definición por penales -dos disparos atajados por Sergio “Chiquito” Romero y una definición a cargo de Maxi Rodríguez-.
Más allá de que han pasado 8 años y también 48 de la final del Mundial 1978, lo cierto es que Qatar 2022 es el escenario donde el Lusail Stadium estará cubierto por millones de esperanzas tanto en celeste y blanco como en naranja. Las fuerzas antagónicas, que hoy día se presentan parejas, van por el mismo objetivo. Por algo, este se ha transformado para la prensa internacional es uno de los enfrentamientos más esperados en cuartos de final. Ya se percibe esa adrenalina y no son necesarias más palabras para que alguien nos pregunte: “decime qué se siente”.