Conocida la noticia de que el jubilado de la policía que asesinó a Sergií Díaz en la madrugada de navidad por la música fuerte podría conseguir la presión domiciliaria, Cristina, la madre de la víctima se juntó con familiares y vecinos para pedir justicia. “Tiene que estar preso”, dijo en medio del dolor.
En A24, la madre del colectivero asesinado por el jubilado sostuvo: “Yo estaba de viaje en La Rioja y me llamaron para decirme que mi hijo había tenido un accidente. Decidí volver y cuando llegué lo terminé encontrando en un cajón. Quiero que se haga justicia y que ese hombre se quede encerrado hasta que Dios lo llame”.
“Él era una persona trabajadora, un hombre tranquilo. Cada vez que veo un colectivo busco a mi hijo. Era una persona de bien y lo mataron como un perro. El hombre es un asesino porque se cruzó directamente a matarlo”, dijo la mujer.
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Ante la posibilidad de que Moreno reciba el beneficio de la prisión domiciliaria, la mujer exigió a la Justicia bonaerense que lo dejen preso: “No lo tienen que dejar libre. Yo a mi hijo lo voy a ver en el cementerio. A él que lo dejen encerrado hasta que Dios lo llame. Quiero que de una vez por todas se haga justicia. No quiero que salga nunca más”.
Sobre la versión del jubilado, que dijo que se le escapó el tiro, la mujer expresó: “Él era un policía y juró cuidar a la sociedad, no a matar. No entiendo por qué no llamó a la comisaria si lo molestaban. Ya que conoce las leyes, ¿por qué no hizo las cosas como tenía que hacerlas?”.
“Dejó un infierno este hombre. Estamos destruidos. Yo no duermo de noche, tampoco puedo comer. Espero que el juez se ponga del lado de la víctima y que lo dejen preso. Mi hijo está bajo tierra y a él lo quiero encerrado, no me importa la edad que tenga”, cerró.
La hermana de la víctima también pidió justiciaEn tanto, la hermana de Sergio contó cómo fueron las últimas horas de la víctima con vida. “Yo estuve esa noche compartiendo con mi hermano la Navidad, escuchando música, tranquilos, sentados en la vereda”, detalló.
“A las 5 de la mañana me llevó a mi casa y me dijo que descanse, que nos veíamos al otro día para almorzar y comer lo que había sobrado. A las dos horas me llaman para decirme que a mi hermano lo habían matado”, relató.
“Estamos muertos en vida. No quiero que este ‘pobre jubilado’, como le dicen, vuelva al barrio y pensar que me lo puedo cruzar en la calle, gozando de una libertad que no le corresponde a un asesino”, expresó.