Víctor Legrotaglie posee un récord extraordinario: hizo 12 goles olímpicos, y además 66 de tiro libre.
Cada vez que Messi hace un gol se activa una estadística que lo pone en las primeras planas mundiales.
Cuando eso sucede, en las redes se preguntan ¿quién es ese Legrotaglie?
Sin embargo, en todos los cafés futboleros lo conocen muy bien. Maradona, Carrizo, Perfumo; Pékerman, Menotti, Cappa; Fabri, Apo, Dolina, Víctor Hugo, Macaya Márquez y Rodolfo Braceli son algunos de los que lo invocan para referirse a la esencia del fútbol argentino: el potrero.
El Víctor jugaba a la pelota. No le importaban las estadísticas. No persiguió récords o gloria más que la de ser reconocido por sus pares, saludado en la calle, abrazado por desconocidos, amigos y familiares.
Brilló en Gimnasia y Esgrima de Mendoza entre los años 50 y 70; no hay registro fílmico de sus jugadas. Algunas fotos, algunas crónicas y cientos de historias contadas de generación en generación.
Dicen que en los tiros libres se aburría de hacer goles y apostaba a qué fotógrafo le podía pegar.
Que en el viejo Gasómetro el árbitro le pidió que pararan de tocar o no salían vivos.
Que en Tucumán tranquilizó a la gente haciendo jueguitos con las naranjas que les tiraban y el estadio entero se deshizo en aplausos.
Así, miles, en distintos lugares y con rivales de todos los colores, desde la liga mendocina hasta el Santos de Pelé.
Lo vinieron a buscar del Real Madrid, del Ínter de Milán, del Cosmos y de River, pero El Víctor estaba bien en Mendoza, con “La Lucha”, su compañera de toda la vida, sus amigos y sus compadres.
Cada vez que pregunto por El Víctor pasa lo mismo: unos segundos de silencio, un suspiro, un recuerdo que se apodera del testigo y hace que sus ojos se pierdan en el tiempo mientras busca palabras que describan, no lo que vio sino lo que sintió al verlo jugar.
Con todos pasa lo mismo: historias increíbles, anécdotas que rebalsan la cancha y continúan en andanzas cotidianas, con esa mixtura de alegría y desasosiego por volver al presente una felicidad pasada, un instante en el que las palabras ya no sirven.
Lo que les pasa a los que lo vieron es una experiencia inefable, lo que nos pasa a los que escuchamos es sublime.
El Víctor es emoción, simpleza y alegría, es elegancia de potrero y picardía de barrio, pero sobre todo complicidad con quienes aman a la pelota. Ese es su récord más importante.
Por Gabi Jiménez
Víctor #legrotaglie hizo 12 goles olímpicos y 66 de tiro libre. Es el máximo exponente del fútbol mendocino. Ídolo de @gimnasiamzaoficial y leyenda del potrero argentino. Retratado por @cesarzarate_ para @iconosdofut y narrado por @jimeneznauta