Durante años, Jorge Ruiz enfrentó una situación insoportable en su hogar: los ruidos constantes provenientes de un hotel alojamiento vecino hacían que su vida en La Plata fuera un infierno. Este problema no solo afectaba su tranquilidad, sino que también impedía que sus sobrinos y los nietos de sus amigos pudieran visitarlo. Aunque algunos conocidos se lo tomaban con humor al principio, pronto comprendieron la gravedad del asunto.
El calvario de vivir junto a un hotel alojamiento
Jorge vivía en una propiedad colindante con el hotel, donde los ruidos provenían principalmente del lavadero, que funcionaba casi todo el día y la noche. Este espacio, sin ningún tipo de aislación acústica, albergaba lavadoras y centrifugadoras industriales que producían un estruendo constante, volviendo la vida de Jorge insoportable. A pesar de las sugerencias de mudarse a un lugar más tranquilo, él decidió quedarse y luchar por su derecho a vivir en paz.
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Los ruidos provenientes del lavadero no eran los únicos problemas. Jorge también tuvo que lidiar con el ruido de las habitaciones del hotel, donde los sonidos de las actividades de los huéspedes, como el uso de tacones y el ruido de las aspiradoras, eran constantes. Además, su patio se convirtió en un basurero a cielo abierto, con fundas de almohadas, preservativos y otros desechos arrojados desde el hotel.
Los años de convivencia con estos ruidos tuvieron un impacto severo en la salud del hombre, causándole insomnio, estrés y problemas gástricos. La pericia de un ingeniero con un decibelímetro fue clave para demostrar que los niveles de ruido superaban los permitidos por la zonificación de la zona, lo que resultó en una victoria judicial.
Tras años de sufrimiento, la reubicación del lavadero y la menor frecuencia de uso de la habitación contigua, Jorge finalmente logró recuperar la paz en su hogar. Aunque su caso inspiró a otros a buscar soluciones legales para problemas similares, Jorge se siente aliviado de haber dejado atrás esos años de sufrimiento y ahora disfruta de una tranquilidad que no había conocido en mucho tiempo.