La Ciudad de Mendoza vivió un momento de profunda emoción y reconocimiento histórico este jueves, cuando el intendente Ulpiano Suarez recibió a Guadalupe y Azul Vieiro, hijas del recordado andinista Guillermo Vieiro, junto a la expedición que logró recuperar su mochila en el Volcán Tupungato, 40 años después del fallecimiento del “Domador del Aconcagua” en este sitio.
El encuentro tuvo lugar en el Salón Amarillo del municipio, donde las hermanas, acompañadas por los montañistas y especialistas que participaron de la travesía, compartieron los detalles de esta hazaña que no sólo significó un hito en el andinismo argentino, sino también un acto de amor y resiliencia. La expedición fue guiada por un equipo de expertos entre los que se destacó Juan Martín Schiappa De Azevedo, profesor de la Escuela Municipal de Senderismo y Montaña de la Ciudad, lo que reafirma la calidad y el prestigio de los profesionales que forman parte de esta institución.
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“Guadalupe y Azul se propusieron una tarea muy ardua, no sólo por la dificultad y la exigencia física que implicaba, sino también emocional. Finalmente, después de mucho esfuerzo, lo lograron junto a un gran equipo que las apoyó y acompañó, tanto desde lo técnico como lo anímico”, manifestó Ulpiano Suarez.
Un rescate lleno de simbolismo y emoción
La historia de este rescate comenzó con la aparición de la mochila de Vieiro en los primeros días de 2024, luego de permanecer cuatro décadas atrapada en el hielo a más de 6.000 metros de altura. Sin experiencia en el andinismo, pero motivadas por el deseo de reencontrarse con su padre, Guadalupe y Azul Vieiro emprendieron la expedición con el objetivo de recuperar este objeto cargado de historia y significado.
Durante la charla con el intendente y los medios presentes, las hermanas contaron lo impactante que fue hallar la mochila intacta, con elementos técnicos de montaña en perfecto estado. “Cuando la vi, sólo quise abrazarla como si estuviera abrazando a mi papá”, expresó Guadalupe, visiblemente conmovida.
Asimismo, comentó: “Fuimos viviendo como diferentes experiencias, emociones, sentimientos, a medida que íbamos subiendo. Cuando vimos por primera vez el Tupungato, nos quebramos. Fue algo increíble de ver, de estar ahí, de sentir. Creo que mi papá nos acompañó todo el tiempo, todo el trayecto“.
Por su parte, Azul relató cómo se metió dentro de la bolsa de dormir que llevaba su padre y sintió, por un instante, su presencia. “Era como si nos estuviera esperando”, afirmó. Y agregó: “Fue como un saludo, un abrazo, como para que transformemos lo que sentimos de esta historia, que en realidad fue siempre trágica para nosotros. Logramos hacer esa transformación”.
Un reconocimiento a la montaña y su historia
El intendente Ulpiano Suarez destacó el valor de esta expedición no sólo desde el punto de vista emocional, sino también histórico y turístico, ya que resalta el vínculo de Mendoza con su cordillera. En ese sentido, propuso la creación de un Museo de Montaña, donde se puedan exhibir elementos históricos del andinismo mendocino, como los recuperados en esta travesía.
“Para Mendoza es muy importante que Azul y Guadalupe hayan manifestado su intención de que esta mochila y todos los objetos que portaba Guillermo queden aquí, para compartir su historia con el mundo”, afirmó el intendente. “El andinismo mendocino es un referente a nivel global y debemos seguir poniendo en valor su legado”, agregó.
Por su parte, Juan Martín Schiappa De Azevedo, quien fue parte fundamental de la expedición, resaltó la complejidad técnica del rescate y la carga emocional que significó acompañar a las hijas de Vieiro en esta travesía. “Fue una historia de amor, de respeto por el montañismo y de justicia para una persona que fue un adelantado a su época”, expresó.
Una expedición que quedará en la historia
El equipo que acompañó a Guadalupe y Azul estuvo conformado por un grupo de profesionales de alto nivel, entre guías, documentalistas y especialistas en logística. Entre ellos, Juan Martín Schiappa De Azevedo, Gabriela Cavallaro, Gerardo Castillo y Valentina Roggiero como guías, Ricardo Funes, Ismael y Bastian Ortega en logística, además de Melina Tupa como documentalista y Javier Gutiérrez en cámara, quien registró cada momento para un futuro trabajo audiovisual.
La travesía no sólo permitió recuperar un objeto personal de gran valor sentimental, sino que también dejó una enseñanza sobre la importancia de la montaña como un espacio de memoria y conexión.
Así, la Ciudad de Mendoza, una vez más, demuestra su profundo vínculo con la cordillera y con aquellos que hicieron historia en sus cumbres, reconociendo y brindando espacio a quienes desandan su vida en ella. De esta forma, esta expedición quedará en la memoria como un acto de amor, coraje y homenaje a la pasión por la montaña.