En el contexto de la puesta en marcha del Sinceramiento curricular (SiCu), se realizó un encuentro con las facultades de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) que participan de la primera instancia de este proyecto acerca de la duración real de sus carreras de grado y pregrado.
La iniciativa apunta, desde la perspectiva del Aprendizaje Centrado en el Estudiante (ACE) y en consonancia con los lineamientos de la Educación Basada en Competencias (EBC), a revisar los procesos de desarrollo curricular para el grado y pregrado de la Universidad.
La UNCUYO no es ajena a la compleja y persistente problemática de la demora de egreso que relevan diferentes estudios universitarios. Según una ponderación de egresados de 2022 la relación entre la duración media real y duración teórica de una carrera en esta casa de estudios es de 1,9. Esto significa que los egresados emplearon el 90% más del tiempo teórico de duración para finalizar sus estudios. Por otro lado, el promedio de los últimos 10 años es de 1,8.
A partir de este diagnóstico es que el SiCu propone contribuir y fortalecer al desarrollo de uno de los pilares propuestos por la secretaría Académica del Rectorado para su gestión: Adecuación y actualización curricular.
El proyecto se desarrolló de manera conjunta entre la secretaría Académica y el Observatorio de Educación de la UNCUYO.
La etapa inicial
En esta primera instancia de su implementación participan aquellas facultades que tienen formación docente en su oferta académica: Artes y Diseño, Educación, Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Aplicadas a la Industria, Ciencias Políticas y Sociales y Filosofía y Letras.
Para alcanzar el propósito de esta iniciativa se trabajará en dos grandes ejes: la revisión curricular de las carreras y la autonomía y trayectorias estudiantiles de la oferta de estudio seleccionada para esta etapa del proyecto.
De este modo, se parte de la perspectiva en la que el estudiantado debe ser parte integrante del proceso de reflexión y análisis asociativo con el cuerpo docente y, de esta manera, poder proyectar no solo posibles ajustes y/o modificaciones en los programas propuestos en cada materia, sino también que sus resultados puedan constituirse como insumos importantes para futuros cambios en los planes de estudio. Es decir, esto permitirá crear un puente que vaya del programa analítico o de estudio teórico al programa aplicado y del estudiante modelo al estudiante real.