El cuadro “Raíces de árbol”, pintado hace 130 años por Vincent van Gogh a solo unas horas de su muerte, representa una colina del pueblo francés de Auvers-sur-Oise, un descubrimiento inédito anunciado este martes, en el aniversario de su fallecimiento.
El cuadro refleja el tronco y las raíces de varios árboles grandes que sobresalen de la pendiente de una colina, junto a la que pasa un camino de piedras, la calle Daubigny, que cruza Auvers-sur-Oise –donde el artista pasó los últimos setenta días de su vida–, y pasa a pocos metros de la calle que sus vecinos bautizaron como la Rue Van Gogh, en recuerdo del pintor holandés.
Los expertos en la vida del artista llevaban 130 años especulando sobre el lugar donde Van Gogh había pintado ese lienzo, el último, y fue Wouter van der Veen, director científico de la fundación francesa Institut Van Gogh, quien dio con este descubrimiento, primordial para conocer las últimas horas de vida del pintor.
Van der Veen tenía escaneada en su ordenador una postal en blanco y negro, que data de entre 1900-1910, en la que aparece un desconocido de espaldas sujetando una bicicleta con la mano derecha, delante de una colina de la que sobresalían varios árboles, una imagen que le recordó a uno de los cuadros de Van Gogh que ya había visto en Ámsterdam.
Aunque el paisaje que aparece en la postal es de un par de décadas después del lienzo, se puede ver con claridad que ambas representan la misma configuración de una colina, que simboliza la vida y la muerte de Van Gogh, según Louis van Tilborgh, veterano investigador del Museo Van Gogh de la capital holandesa.
Cuando el pasado mayo se levantaron las restricciones a la movilidad, impuestas en Francia para frenar los contagios del coronavirus, el experto viajó al pequeño pueblo francés para verificar su teoría sobre “Raíces de árbol”, el cuadro que Van Gogh planteó el 27 de julio de 1890, y que nunca llegó a terminar, al morir horas después por herida de bala.
“Cada elemento de esta misteriosa pintura puede explicarse al observar la tarjeta postal: la forma de la ladera, las raíces, su relación entre sí, la composición de la tierra y la presencia de un lado empinado de una piedra caliza”, analiza el autor del descubrimiento, presentado este martes a la prensa.
El lugar está a 150 metros de Auberge Ravoux, la posada en Auvers-sur-Oise donde Van Gogh se quedó los últimos 70 días de su vida y, para la sorpresa general, el tronco del árbol más grande que aparece en el cuadro todavía sigue presente y es totalmente reconocible a la hora de compararlo con el lienzo.
El paisaje dibujado “coincide también con la costumbre de Van Gogh de pintar sitios de su entorno inmediato”, mientras que la luz del sol reflejada en el cuadro indica que las últimas pinceladas las pintó durante las últimas horas del atardecer, lo que añade aún más información sobre aquel día en el que se cree que el artista se disparó.
Van der Veen trasladó de inmediato esta información a los investigadores del Museo Van Gogh de Ámsterdam, propietario de la colección en la que se encuentra “Raíces de árbol”, y consultaron a un dendrólogo especializado en vegetación histórica para hacer juntos un estudio comparativo de la pintura, la postal y el estado actual de la ladera.
Los expertos concluyeron que es “altamente factible” que esta sea la ubicación correcta que habían estado buscando sucesivos investigadores durante más de un siglo.
“Es un descubrimiento notable. Que esta sea su última obra de arte lo hace aún más excepcional e incluso dramático. Van Gogh ya había documentado esta zona en otras pinturas. Debía pasar con frecuencia por este lugar para ir a los campos que hay detrás del castillo de Auvers, donde pintó varias veces durante la última semana de su vida”, dijo Teio Meedendorp, investigador principal del museo.
Van der Veen también localizó una entrevista radiofónica de 1953, en la que Adeline Ravoux, hija del posadero, contaba cómo, siendo aún una niña de 13 años, había servido comida al artista neerlandés, lo que resultó en uno de sus retratos más famosos, un óleo sobre lienzo de 1890. “La pintura realmente me sorprendió”, contó ella.
Ignorada durante tantos años por los vecinos de Auvers, la colina pasa a ser ahora un lugar de peregrinación para los amantes de Van Gogh, después de que las autoridades locales hayan erigido una estructura protectora de madera para proteger el sitio.