Antonio Gasalla, uno de los más grandes de todos los tiempos del humor, la comedia y el café concert, uno de los estilos de los que fue fundador y principal bastonero durante mucho tiempo, falleció hoy a los 84 años como consecuencia de todos los problemas de salud que venía arrastrando desde hace un largo tiempo.
Si bien las noticias sobre la salud del gran Antonio no eran muy alentadoras últimamente, la confirmación del fallecimiento sumió en una profunda sensación de dolor y de tristeza a todo el ambiente artístico, del que fue uno de los principales protagonistas durante las últimas 5 décadas.
Hace apenas unas semanas, había recibido el alta médica luego de una internación por neumonía en el Sanatorio Otamendi, de la ciudad de Buenos Aires. Su salud, ya frágil por la demencia senil que lo aquejaba, había generado gran preocupación entre sus allegados y seguidores. Su partida deja un vacío imposible de llenar en el mundo del espectáculo, pero también en la memoria colectiva de un país que creció con sus personajes.
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Su amigo y confidente de años, el periodista Marcelo Polino, lo describió con brutal honestidad en aquel momento: “Antonio está bastante complicado. No camina, no nos reconoce desde hace más de un año. Ya casi no habla, se alimenta por un botón gástrico. Es un panorama muy triste”.
Las últimas noticias sobre su salud habían generado un movimiento de afecto en el mundo del espectáculo. Marcelo Tinelli y Susana Giménez, dos figuras claves en su carrera y emblemáticas en el espectáculo argentino, se mantenían pendientes de su estado. “El otro día hablaba con Tinelli, al igual que Susana, que siempre pregunta cómo está”, contó Polino. Y agregó con crudeza: “Llega un momento en el que tu brillantez, tu inteligencia, tus premios, tu talento y tu dinero… cuando aparece una enfermedad así, barre con todo. Es feo”.
Pero lo cierto es que nada puede borrar el impacto de Antonio Gasalla en la cultura argentina. Su voz, su risa y su mirada crítica siguen vivas en cada sketch, en cada escena de cine, en cada frase de Mamá Cora repetida hasta el cansancio en reuniones familiares.
El humor argentino perdió a su mejor observador. Pero su legado, imborrable, seguirá provocando risas y reflexiones por generaciones.