La transición energética podría ser un protagonista de primer nivel internacional, si logra poner en marcha su hasta ahora tardía y discreta industria minera.
Este proceso a nivel mundial, que está mudando el consumo de energía para reemplazar la fuente de los combustibles fósiles por la eléctrica con el fin de combatir el efecto invernadero, reclamará muchos de los minerales que la cordillera de Los Andes guarda en sus entrañas.
Un informe de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), da cuenta que, mientras en 2020 la demanda de minerales en el mundo para producir energía limpia fue de 5,5 millones de toneladas, en el año 2030 llegaría a 14,2 millones de toneladas, en 2040 a 22,6 millones de toneladas y en el año 2050 unos 35,3 millones de toneladas.
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En la lista de los minerales necesarios para la transición energética figuran el cobre, el cobalto, el níquel, el litio, el cromo, el zinc y los metales agrupados en el REE, que son los comúnmente denominados tierras raras.
El litio ya es uno de los metales estrellas de la Argentina, que se ha erigido como el cuarto exportador mundial y el portador de la segunda reserva del planeta, según el informe de CAEM. El otro metal estrella es el cobre, pero vaya paradoja, casi no lo estamos produciendo.
Sin embargo, se da por hecho que en la cordillera andina argentina si hay un metal presente y ese es el cobre. Lo sabemos porque Chile lo extrae de la misma cordillera hace más de 100 años, dejando en sus ingresos grandísimos beneficios.
Para entender la diferencias de desarrollo minera de un lado y de otro, Chile registra exportaciones mineras por 50 mil millones de dólares al año (a la par de lo que produce la soja en Argentina), siendo en su mayoría cobre, mientras que nuestro país no supera los 4 mil millones de dólares al año.
Actualmente los proyectos mineros activos en nuestro país se cuentan con los dedos de ambas manos, pero hay una gran cantidad de proyectos en carpeta que esperan poder arrancar. ¿Cuál es la limitante mayor? La crisis económica e inflacionaria crónica, con fuertes controles al dólar mediante, impiden una planificación adecuada a largo plazo.
Lo dijo recientemente la ministra de Energía y Ambiente de la Provincia, Jimena Latorre: “Sin tener una ley 7722, San Juan no ha logrado producir una onza de cobre porque nadie ha querido invertir producto de la crisis de nuestro país que no hacen posible una planificación a 30 años”.
Los proyectos mineros son inversiones de miles de millones de dólares con un desarrollo de décadas y necesitan saber, aunque suene surrealista para la argentinidad, como van a ser las cosas dentro de 10, 20 y 30 años.
El paso a las energías limpias se va a imponer de uno u otro modo. En Europa hace más de una década que funcionan los autos eléctricos y las terminales para cargarlos, algo de ficción en nuestro país.
