La imagen recorrió el mundo. A lo largo y ancho del país, cientos, miles de adultos mayores esperando en interminables filas para ser atendidos tras la reapertura de los bancos dispuesta por el Gobierno nacional. El segmento de la población más vulnerable a la pandemia del coronavirus, expuesto en las calles en plena cuarentena.
El desborde tras la reapertura de los bancos para el pago a jubilados y a beneficiarios de planes sociales generó enojo e indignación. Y es por ello que el Gobierno busca alternativas para que la imagen no se replique. Una de ellas será pedirle una colaboración a los bancos, contra los que el propio Alberto Fernández apuntó en las últimas horas.
“Puede ser que los bancos que no pagan a los jubilados ayuden transitoriamente a los otros. La idea es que se respeten las reglas de salud y usaremos todas las herramientas en ese sentido”, advirtió a este diario una alta fuente del Banco Central. “Veo factible que el Central pida a más bancos en forma voluntaria que paguen jubilaciones durante la emergencia”, coincidió una alta fuente de la ANSeS.
“Es probable que nos lo pidan. Aumentaría la capacidad operativa y bajaría filas”, admitió el dueño de un banco. “Puede llegar a venir alguna imposición para que paguemos a jubilados”, estiman banqueros privados, que le huyen a este negocio, justamente, porque no lo ven como redituable.
“Los bancos nunca quisieron a los jubilados, les trae carga operativa y la mayoría no utiliza otros servicios. Le depositan el dinero y los jubilados lo retiran casi de inmediato. Los tratan mal, les hacen hacer colas enormes, los mandan a los cajeros sin explicarle su uso, para sacar dinero tienen que acordarse la clave numérica y le agregaron otra clave con grupo de letras, le piden fe de vida cada dos meses. Le hacen la vida imposible“, dice el analista Christian Buteler.
A su criterio, se trata de un nicho que a los grandes bancos le implica mucha carga operativa, mucho personal para poder atenderlos y mucha gente en las sucursales, lo que a su vez les complica la calidad de atención al cliente que ellos apuntan, que es una pyme o un cuentacorrentista. En cambio, Buteler destaca que a los bancos más pequeños, con más necesidad de tener tarjetas y depósitos, les resultó atractivo, ya que el día que cobran tienen un buen nivel de fondeo, y en algunos decidieron poner sucursales exclusivas para ellos, de modo que no se crucen con el cliente más rentable al que apuntan.
El directivo de uno de los bancos pagadores a jubilados señala que se trata de un negocio que los bancos que apuntan a un segmento de clientes premium han desechado siempre, por lo cual no les va a caer nada bien la medida, pero si es una carga pública no les quedará otro remedio que asumirla: “Es que les molesta, porque al jubilado lo tenés ahí adentro, porque se te queda todo la mañana en la fila, le tenés que ofrecer sillas, se te instala”.
“Tenés que poner sucursales especiales para ellos, porque se trata de un cliente presencial que tiene un costo alto, ya que cada operación presencial es 20 veces más cara para el banco que una que el cliente hace por vía digital. Además, es un usuario muy difícil de digitalizar. El porcentaje de digitalización es un 20% en los jubilados“, indica el banquero, conocedor de este nicho.
El aspecto negativo, confiesan, es que no hay muchos productos para venderles: “Quizás te pueden hacer un plazo fijo por un monto chico, te compran algún dólar, te sacan un préstamo personal, o te compran un electrodoméstico en cuotas, por ejemplo. Son negocios chiquitos, pero para un banco nacional pequeño le puede llegar a servir para crecer, pero para uno grande extranjero olvídate. Por eso los bancos nunca quisieron pagarle a los jubilados. Algunos bancos pequeños, con la necesidad de generar negocios, le encontraron la vuelta, pero a los más consolidados no les interesa en absoluto”, dicen en el sector.
El ejecutivo de otra entidad admite: “Lo que te dinamita el negocio es que el jubilado tiene que ir personalmente a dar la fe de vida. Si pudiera hacerlo digitalmente o de forma online sería mucho mejor”. “Si es voluntario no se va a ofrecer nadie. El precio está congelado desde 1994. Creo que nos pagan 2 pesos por jubilado. Y el costo es 150“, cierra el vicepresidente de un banco privado. Cronista Comercial