En la Argentina, el asado es una tradición y un símbolo de identidad nacional. Sin embargo, para poder disfrutar de esta comida típica, los argentinos deben enfrentar un reto económico. Un asado para una familia tipo puede costar más de $40.000.
La carne es el ingrediente principal, pero no es el único. Se necesita también leña o carbón para la parrilla, ensaladas, pan, vino y gaseosa. Según los precios estimados, un asado para 4 personas puede costar alrededor de $43.000.
- Carne sin hueso: $19.000
- Chorizos: $4.500
- Morcilla: $1.500
- Pan: $3.000
- Carbón o leña: $8.000
- Ensaladas: $4.000
- Papas y huevos: $3.000
- Vino y gaseosa: $10.000
Aunque los precios pueden variar según la región y la calidad de la carne, es claro que el asado no es un lujo accesible para todos. Sin embargo, en la cultura argentina, el asado es más que una comida; es un ritual y una tradición que refleja valores como la hospitalidad y la convivencia.
Es habitual que se haga los domingos, cuando las familias se juntan después de una semana de trabajo o estudio. También está presente en cumpleaños, aniversarios y otras festividades, fortaleciendo los lazos familiares y de amistad.
La persona encargada de cocinar, el "asador", tiene un papel especial en este ritual. Es una figura respetada y su trabajo es observado con atención, ya que se considera un arte lograr el punto exacto de cocción de cada corte de carne.
El 80% de los argentinos recorta en asados
En medio de una crisis económica que no da tregua, el 80% de los argentinos ha tenido que reducir el consumo de asados, uno de los rituales más queridos por las familias del país. La dificultad para llegar a fin de mes, con salarios que no logran seguir el ritmo de la inflación, ha llevado a este ajuste en los hábitos, golpeando de lleno una tradición que representa mucho más que una comida.
Un estudio reciente de Moiguer Consultora, basado en más de 1.300 encuestas realizadas entre julio y agosto de 2024, revela el impacto de la pérdida del poder adquisitivo en los hogares argentinos. El 52% de los encuestados considera que su capacidad de consumo es peor que hace un año, mientras que el 69% asegura que sus ingresos están muy por debajo del avance inflacionario. Además, el 52% de las familias admitió estar endeudada, un dato que refleja el aumento de 10 puntos porcentuales en comparación con el año anterior.