De qué se trata el proyecto TRACEWINDU y por qué puede cambiar la actualidad del vino de Mendoza
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De qué se trata el proyecto TRACEWINDU y por qué puede cambiar la actualidad del vino de Mendoza

El proyecto TRACEWINDU busca garantizar la trazabilidad en el sector vitivinícola a lo largo de toda la cadena de valor y mejorar la productividad. El INTI, que es una de las instituciones asociadas a esta iniciativa internacional, realiza aportes técnicos a fin de caracterizar en detalle a los vinos de las distintas regiones del país.

AvatarRedacción
26/03/2025 09:00
De qué se trata el proyecto TRACEWINDU y por qué puede cambiar la actualidad del vino de Mendoza De qué se trata el proyecto TRACEWINDU y por qué puede cambiar la actualidad del vino de Mendoza

Con la certeza de la importancia económica y cultural que el vino tiene en la Argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) cuenta con una larga trayectoria en la asistencia técnica al sector vitivinícola. Parte de la agenda de trabajo vinculada a esta producción tiene que ver con el proyecto internacional TRACEWINDU, que involucra a otras 10 instituciones en el mundo. Lo que se persigue con este programa es una mayor trazabilidad en todo el circuito productivo y comercial, de modo de optimizar la experiencia de los consumidores, a la vez que potenciar la producción.

La tecnología que hace posible el primero de los dos objetivos de TRACEWINDU —el de la trazabilidad— es blockchain, e implicará la utilización de etiquetas inteligentes en las botellas, en un contexto de ponderación cada vez mayor, por parte de los ciudadanos en todo el mundo, de la información referida a aquello que se consume.

¿Cuál es el rol técnico que tiene el INTI en este proyecto?

A través de los años que este programa lleva de ejecución, la tarea de un grupo de expertos del organismo tecnológico se ha organizado en torno a distintas etapas, que incluyen análisis de productividad y el conocimiento al detalle de viñedos, información y datos que resultan clave para contribuir a la construcción de esa hoja identitaria de cada vino: es decir, lo que el consumidor, e incluso cada integrante de la cadena productiva, podrá conocer y valorar especialmente. Cada eslabón de la cadena genera información de interés para los siguientes actores, hasta llegar al consumidor final.

En una primera etapa, los especialistas del centro de investigación y desarrollo que el INTI tiene en la provincia de Mendoza se concentraron en el estudio de la productividad de un viñedo en particular, en la localidad de Luján de Cuyo. Allí, junto a integrantes de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA en Mendoza aplicaron, en una parcela de malbec en particular, un producto bioestimulante, cuya función tiende a mejorar la defensa natural de la planta y, además, permite que se utilicen menos agroquímicos en campo.

“El objetivo era evaluar los resultados del bioestimulante en la defensa natural de los viñedos de Mendoza, ya que las condiciones climáticas son una variable altamente influyente en los resultados. El mismo producto se probó en otras regiones vitivinícolas del mundo, con la idea de comparar las diferentes experiencias, especialmente en la incidencia de oídio y peronóspora —plagas fúngicas que afectan a la vid—”, detalló María del Valle Bertolo, especialista de la sede del INTI en Mendoza, además de integrante del Departamento de Servicios Analíticos del Instituto en la región de Cuyo, y responsable, internamente, de la coordinación de Tracewindu.

En ese viñedo, se completó una vendimia y se obtuvo un vino prototipo. La conclusión que las pruebas arrojaron es que no existen diferencias entre la utilización del producto bioestimulante y la defensa natural que, de acuerdo con las características del lugar y sus condiciones climáticas, se genera en el viñedo. Desde el equipo de trabajo del INTI en Mendoza señalan que la segunda cosecha arrojará más conclusiones, pero, mientras tanto, está claro que, en Mendoza, así como en otras zonas de su geografía, la Argentina confirma su lugar de relevancia en el mundo dentro del mapa de la vitivinicultura.

En la misma línea, aunque como parte de una segunda etapa, el equipo se concentrará en la trazabilidad desde el terroir o terruño. En parte, el desafío de profundizar el conocimiento al punto de que cada vino sea trazable hasta corroborar fehacientemente que ha sido producido con uva de esa porción de terreno muy chica y exclusiva: en definitiva, saber específicamente, con exactitud, dónde comenzó el camino de cada botella.

“Evaluamos distintas alternativas analíticas, a fin de encontrar una herramienta, un parámetro que sea trazable desde ese suelo hasta el vino. Se encontró un método analítico para ello”, agrega Bertolo.

Además, el equipo del instituto avanza en la caracterización de vinos de distintas regiones vitivinícolas de la Argentina, para, así, poder generar un mapa de relaciones isotópicas: ¿qué implica esto? “Implica generar algo así como una huella dactilar del vino, relacionada al lugar de origen. Conocer esa matriz permitirá contar con una herramienta frente a fraudes sobre denominación de origen o indicaciones geográficas. En este aspecto, la clave pasará por la posibilidad de identificar si se trata realmente de un vino producido en determinado lugar, o no”, subraya la coordinadora de Tracewindu en el INTI.

Otra de las etapas que se divisan en el horizonte es la que incluye la digitalización de la información y la generación de big data, dado que todos los datos de la cadena de valor se trasladarán a las etiquetas inteligentes de vinos que incorporen los avances de este proyecto. Actualmente, ya hay un prototipo de esa etiqueta que tendrá toda la información desde el inicio hasta el final, distintos tipos de acceso según quién sea el lector de ese código QR.

Los datos serán publicados oportunamente y las precisiones referidas a la huella isotópica correspondiente a Mendoza se darán a conocer cuando se haya procesado toda la información. A su vez, se espera que el proyecto concluya en febrero de 2026.

Hay intenciones de concretar transferencias al sector productivo local, con la idea de vincular toda la información relativa a la producción y que llegue a la instancia de consumo.

Tracewindu involucra a distintas zonas vitivinícolas del mundo. De hecho, el consorcio está compuesto por 11 socios: además del INTI y del INTA, participan la Fundación Parc Tecnologic Del Vi, de España; las pymes Innolabs y Fattoria Uccelliera, y la Universidad de Pisa, de Italia; la Universidad de Pau et Des Pays de L’adour y la pyme Advanced Isotopic Analysis, de Francia; la firma DNET Labs, de Serbia; y la Universidad de Dunja Gorica y la empresa Plantaže, ambas de Montenegro.